De Davos a Grecia
lA élite política, empresarial e intelectual se reunió entre los días 21 y 24 de enero en Davos a petición del Foro Económico Mundial. Durante esos días se realizaron distintas charlas y conferencias entre representantes de todos estos ámbitos, de manera que por un lado se puedan valorar las tendencias globales más importantes y buscar mecanismos de cooperación que puedan beneficiar a toda la sociedad. Así, por ejemplo, se reunieron ya entonces representantes de Rusia y Ucrania para intentar enderezar la situación de los dos países. También muchos empresarios aprovechan la situación para hacer negocios. En definitiva, se obtienen diferentes informes y conclusiones que pueden ayudar a comprender el mundo en el que vivimos. Eso sí, sin olvidar que todas las conclusiones están ligeramente sesgadas en beneficio de ese 1% que, para muchos, toman las decisiones que van a influir en todo el planeta.
¿Cuáles han sido las conclusiones más importantes de este año?
Consultando la prensa y la página web del Foro Económico Mundial, muchas ya son conocidas por todos. Por ejemplo, para Angela Merkel y Christine Lagarde, “España está haciendo los deberes. Solo le faltan reformas estructurales”. Obviedades como que podemos sufrir una generación perdida o que la desigualdad está aumentando también. Los países que ganan y pierden con el mercado del petróleo los conocemos todos, aunque es curioso remarcar que la transferencia de renta entre unos y otros es de 1,5 billones de dólares. Por lo demás, ya se sabe, lo de siempre.
Se trata de entrar en las cuestiones que más llaman la atención. Así, es interesante valorar aquello de lo que no se ha hablado. Aspectos como el avance de la inteligencia artificial y sus implicaciones, la salud o el cambio climático han pasado casi de puntillas. Y claro que se han comentado cuestiones energéticas: así, la Agencia Internacional de la Energía estima que necesitará en los próximos años una inversión de 17 billones de dólares. Casi nada. Y es que en cuanto se descubran mecanismos para almacenar mejor otras energías (electricidad, pila de hidrógeno) nuestra vida cambiará por completo.
En fin, toca analizar las conclusiones más interesantes.
Respecto de las recientes medidas de política monetaria del Banco Central Europeo, Xabier Sala i Martín, uno de los economistas españoles de más prestigio, opina que “puede haber otra crisis y el BCE habrá agotado toda su munición”. Y esa afirmación da que pensar: con los tipos bajo mínimos, pocos mecanismos quedarían para reflotar la economía.
Eric Schimdt, de Google, estima que el nuevo mundo digital al que nos estamos moviendo generará cuatro millones nuevos de empleos. Muy bonito, pero habrá que ver cuántos empleos se suprimen. Larry Summers sigue con sus tesis habituales: “Corremos el riesgo de quedarnos en una situación de deflación y estancamiento secular”. Esta frase lleva mucho tiempo en el debate global.
Katherine Garret Cox, de Alliance Trust (Reino Unido) aboga por una mayor colaboración entre las asociaciones. Seguramente existen muchos puntos de encuentro entre la educación pública y la privada, entre las instituciones y las empresas. Sí, esta propuesta tiene recorrido. Por otro lado, los mayores retos a los que nos debemos enfrentar serían, por este orden, la desigualdad, el desempleo, la falta de liderazgo, el aumento de la competencia geoestratégica, la posible bajada de la efectividad de la democracia representativa, el aumento de la contaminación, convivir con una meteorología más severa, el aumento del nacionalismo, el incremento del estrés hídrico y la interrelación entre la salud y la economía. Bueno es saberlo.
La conclusión más acertada, a mi juicio, la dice Dennis Nally, de Pricewaterhouse Coopers: “La nueva era de crecimiento habilitado digitalmente nos lleva a un terreno completamente desconocido”. Y si a eso les sumamos las novedades debidas a los cambios tecnológicos y geopolíticos (la nueva profesión de moda: analista geopolítico) es normal que detectemos cierta incertidumbre.
Hablando de terreno desconocido, ¿qué ocurrirá con la victoria de Syriza en Grecia? ¿Nos va a llevar a la ruina a todos? ¿Se puede, verdaderamente, renegociar la deuda? Para empezar, a nadie le interesa que Grecia se vaya del euro. Eso es un punto a favor y focaliza mucho la negociación entre los griegos y la troika. Por otro lado, resulta que Grecia ha alcanzado ya superávit primario. Eso quiere decir que si restamos a sus ingresos sus gastos fiscales, a excepción de los intereses de deuda, el saldo es positivo. En ese caso, está pactada cierta renegociación de la deuda. Wolfgang Münchau, columnista estrella del Financial Times, ya abrió esa posibilidad. Eso es lo que ocurrirá. Más aún cuando el mismísimo Fondo Monetario Internacional reconoció que la austeridad no había dado los resultados esperados. En definitiva, muchos retos, muchas amenazas. La cosa promete.