SEGUIMOS hacia abajo. La pérdida de actividad económica no da tregua. Y las predicciones no son nada halagüeñas. Las últimas las acaba de anunciar Cebek, que augura una caída del PIB del 1,2% para 2013 y la pérdida de otros diez mil empleos en Bizkaia. Como diría un vigía en el palo mayor "y no se ve tierra". Pero las previsiones son eso; visiones previas. Lo realmente preocupante son los datos constatables, la realidad objetiva. Y ésta confirma que seguimos instalados en el fondo de la crisis.
La recaudación de tributos es, quizás, la mejor foto fija del momento ya que en ella se refleja la pujanza o debilidad de la actividad económica, el empleo y el consumo. En abril de 2013, la caída de la recaudación de tributos en relación al mismo mes del pasado año en el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca es del 3,8%. Es decir, que el conjunto de las arcas del País Vasco han obtenido un 3,8% menos de ingresos por recaudación de impuestos. En el Estado, la caída supera el 8% y en la Comunidad Foral de Navarra ese descenso llega al 20%.
Si analizamos la incidencia de los números por territorios (Comunidad Autónoma Vasca), Bizkaia pierde un 2,9% de la recaudación interanual, Gipuzkoa retrocede un 5,5% y Araba, un 5%. Esto significa que, pese a todo, Bizkaia resiste mejor la crisis , mientras que Gipuzkoa, donde la supuesta progresía tiene aprobadas medidas más duras de presión fiscal, la caída de ingresos es más acentuada (¿dónde queda aquella ecuación de que a mayores impuestos mayor recaudación?).
Pero esto no es todo. Los datos ofrecidos, que representan los guarismos oficiales reconocidos por las diputaciones forales, han sido estimados después de que se haya producido el ajuste interno de lo recaudado en materia de IVA e impuestos especiales. Trataré de explicar lo que esto significa. El denominado "ajuste interno" es el resultado de un reparto a coeficientes del volumen global de lo recaudado por las tres haciendas forales en materia de IVA e impuestos especiales (hidrocarburos, alcoholes, tabaco...). La realidad es que el territorio que mayoritariamente recauda estos gravámenes es Bizkaia. Si este territorio supone el 50% de la recaudación global de tributos de la comunidad, en IVA y especiales supera con creces ese porcentaje. Ese plus en recaudación se reparte entre las tres haciendas a porcentaje. Es decir que, pongamos un suponer, si Bizkaia recauda el 56%, termina quedándose en sus arcas solamente con el 50% y el resto, el 6% suplementario, se ingresa -a coeficientes- en Gipuzkoa y Araba. Así, las instituciones que presiden Garitano y De Andrés reciben de la Diputación de José Luis Bilbao, de bóbilis-bóbilis, centenares de millones de euros. A esa operación de trasvase de dinero se le llama "ajuste interno".
Los últimos datos conocidos -abril- indican que en Bizkaia el IVA (gestión propia) incrementaba su recaudación en el 7,4% (728,3 millones de euros en 2013; 678,1 millones de euros en 2012). Sin embargo, producido el "ajuste interno", lo aportado por Bizkaia a Araba y Gipuzkoa en el primer trimestre se incrementaba en un 10,1% (225,1 millones de ajuste correspondientes al primer trimestre de 2013 frente a los 204,4 millones del primer trimestre de 2012), lo que quiere decir que mientras en Bizkaia la recaudación por IVA subía, en Araba y Gipuzkoa bajaba más todavía que en el ejercicio anterior. Por lo tanto, si no se hubiera producido el "ajuste interno", la recaudación de Bizkaia cumpliría las previsiones establecidas de repetir el volumen de ingresos del pasado año mientras que Gipuzkoa y Araba caerían en recaudación en una cifra cercana al 10%.
Está bien aclarar términos porque en todo este debate entrampado de impuestos, de eficiencia en la gestión, de fraude y de milongas sin contraste alguno, quienes sacan pecho debieran ser los más humildes a la hora de alzar la voz. O harían mejor en callarse, como Laura Mintegi, que cada vez que habla sobre esta materia evidencia una insolvencia y una ignorancia de sonrojo ajeno. Pero la ignorancia, madre del atrevimiento, no evita que, muchas veces, la profesora universitaria, portavoz del segundo grupo del Parlamento vasco, parezca una patinadora artística.
Los áridos y pocos pasionales datos que ofrece el informe de recaudación de la Comunidad Autónoma Vasca esconden tras recia apariencia una historia llamativa.
En el epígrafe de "No residentes" perteneciente al IRPF, la recaudación -en Bizkaia- cae un 66%, lo que supondría, en el conjunto del ejercicio dejar de embolsarse 70 millones de euros. Esta pérdida tan señalada tiene una causa objetiva; la actitud cainita que en ocasiones se da en la política vasca y en sus instituciones.
Intentaré hacer el cuento corto y claro. Los ingresos de "No residentes" se producen en el ámbito del IRPF y su soporte legal está en el Concierto Económico. Se trata de la aplicación de la normativa foral al personal que situado fuera de un territorio histórico pertenece a empresas o entidades cuyo domicilio fiscal sí está en dicho territorio. Por poner un ejemplo, la nómina del BBVA contiene una gran parte de trabajadores que no forman parte de la Comunidad Autónoma Vasca. Sin embargo, dicho banco tiene, por el momento, su sede fiscal en Bizkaia. De ahí que las retenciones del trabajo de sus empleados terminaran ingresándose en su hacienda foral.
Esta práctica se ha venido haciendo tradicionalmente... hasta que, hete aquí, una hacienda foral hermana consideró que dichos ingresos (que luego se distribuyen en la Comunidad Autónoma) deberían ser repartidos -a coeficientes- entre todos. Esta reclamación, no justificada en jurisprudencia sino en la teoría del agravio, derivó en reclamaciones oficiales ante la Agencia Tributaria española.
Pasado el tiempo, la teoría del perro del hortelano ha provocado que el fisco español, ante su anemia recaudatoria, haya obligado a la banca en cuestión a tributar de acuerdo con el volumen de operaciones que desarrolla, de modo y manera que la tajada se queda allí -en el Estado- y aquí, -en Bizkaia, en Euskadi- nos toca las sobras del convite. Setenta millones de euros/año perdidos por el enfrentamiento envidioso y la irreflexiva pugna de rencillas obsesivas de campanario. Ahora toca reclamar al maestro armero.
En resumen, que las cosas siguen sin estar bien. Vamos, que están mal. Y pese a todo, pese a que se comparta diagnóstico, seguimos empeñados en no facilitar ámbitos de acuerdo.
La reforma del actual sistema tributario y la mejora en las medidas a aplicar en la lucha contra el fraude no solucionarán la situación económica. Pese que alguno siga instalado en la pose y en la retórica de que una nueva fiscalidad y una mayor decidida lucha contra el fraude traerán la solución a nuestros males, la recesión es mucho más severa que lo indicado por los cantos de sirena. No obstante, aclarar el mapa tributario servirá, cuando menos, para mitigar una parte de las consecuencias de esta depresión.
Pese a ello, buena parte de la clase política actuante en Euskadi prefiere seguir anclada en acentuar las diferencias de un discurso en lugar de buscar puntos de aproximación que permitan mejoras objetivas para todos. Criticar a los demás y no colaborar parece ser la moda del momento. Perseverar en el error supondría añadir un elemento más a la tendencia evidente. Seguimos hacia abajo. Y, además, de culo. De culo, cuesta abajo... ¿y sin frenos?