La Dama de Hierro o Maggie
HA muerto Margaret Thatcher, quizás la política más carismática que haya tenido el Reino Unido desde los tiempos de Winston Churchill. Margaret Thatcher no dejó a nadie indiferente durante los once años que dirigió con mano firme las riendas del Reino Unido; se le admiraba y quería o, por el contrario era el blanco de las peores diatribas y de los odios más encarnizados. La Dama de hierro o Maggie, nombres que medían respectivamente los afectos y desafectos de sus ciudadanos, dejó una herencia política que sigue hasta nuestros días; la reducción del papel del Estado, claro está que sólo desde el punto de vista económico. "Menos estado, más mercado". Detrás de la redonda frase quedó un Estado más poderoso y una sociedad civil más vulnerable.
A principios de los 90, un paseo nocturno por el Strand londinense adquiría dimensiones dickensianas por el número de los sin techo que se acurrucaban en las entradas y soportales de comercios y viviendas. Al estado de bienestar británico se lo había llevado un huracán con nombre de mujer. Ya su primer nombramiento político relevante como ministra de Educación trajo como consecuencia la retirada de las botellas de leche que se repartían gratuitamente entre los alumnos en los centros de educación británicos. Era todo un presagio.
Años más tarde y tras una huelga de casi un año entre los años 84 y 85, Margaret Thatcher plantó cara a los mineros del norte de Inglaterra y no sólo les derrotó, sino que el papel de los sindicatos británicos, tan poderoso hasta entonces, se empezó a desintegrar en una sociedad donde habían tenido un papel crucial.
Hija de un tendero inglés que aprovechó su paso por la Universidad para licenciarse en Químicas, con notas excelentes, Margaret Thatcher quiso hacer creer a los británicos en una sociedad sin clases en un país profundamente clasista, donde tan pronto como se pronuncian un par de palabras se adivina la clase social o la universidad en la que ha estudiado el interlocutor.
El capitalismo popular por el que luchó sin cuartel le hizo ganarse la amistad incondicional de un actor cowboy que llegó a la presidencia de los Estados Unidos. Con Reagan formó un dúo inseparable y entre los dos negociaron con Gorbachov un camino reformista que a la postre significó el desmembramiento de la Unión de las Repúblicas Soviéticas. Posteriormente, declaró que encontraba en Gorbachov un hombre interesante con el que se podían hacer negocios. Curiosa descripción.
Amiga de la política del apartheid del régimen sudafricano, la Dama de hierro no tuvo reparo en calificar a Nelson Mandela de terrorista. Su lista de amigos y enemigos no admitía dudas: era clara y cristalina.
La UE no encontró en Margaret Thatcher su mejor aliada. Defensora de la insularidad británica a ultranza, el rechazo de lo que ella llamaba "el imperio belga" le dio popularidad entre los euroescépticos. Sus enfrentamientos con Jacques Delors, al que le pidió cuentas por "sus dineros" (los del Reino Unido) cimentaron su fama de dureza, también de negociadora.
Una bomba del IRA estuvo a punto de cortar la carrera política de Thatcher en 1984, en un atentado en el Grand Hotel de Brighton. Años antes había dejado morir en prisión a los militantes de esta organización que se negaban a vestir el uniforme carcelario. Tampoco le tembló el pulso para repeler la invasión de las Malvinas o Falklands a manos de los dictadores argentinos. Envío a su tropa profesional y derrotó y humilló a un ejército pobre y desmoralizado. Su popularidad ganó otra vez muchos enteros, después de haber estado en la cuerda floja. Fue su salvación política.
Implacable con sus enemigos, los medios de comunicación no afines también sufrieron sus momentos de ira, la BBC fue a menudo blanco de sus criticas. Sin embargo, los periódicos sensacionalistas, con el magnate Rupert Murdoch a la cabeza, le tendieron siempre una alfombra roja que ella supo aprovechar. El desplazamiento de la defensa de la política conservadora hacia estos periódicos amarillistas provocó no pocas tensiones en el partido tory.
Hay un detalle del currículum de esta carismática líder que suele quedar oculto en los pliegues de la historia. Margaret Thatcher luchó no sólo contra sus adversarios del partido laborista, a los que literalmente barrió, sino que se enfrentó y finalmente venció al conservadurismo británico existente hasta entonces, una ideología caduca, refinada, clasista sin duda y con un matiz humanista que Thatcher borró de un plumazo, con el ímpetu de una recién llegada sin credenciales.