AHORA Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios?? le haréis a él lo que él intentaba hacer a su hermano, y así extirparás de ti la maldad, y los demás escarmentarán al enterarse y no volverán a cometer maldad semejante entre los tuyos. No tengas piedad de él: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie". Así se expresa la Biblia en los versículos 12 del capítulo X y 19 a 21 del capítulo XIX, todos del Deuteronomio. Y es lo que responde al sentimiento espontáneo del ser humano ante las innumerables y diferentes fechorías de los muchos canallas que pululan por el mundo. Y es también lo que siente espontáneamente el ser humano honesto frente a individuos del pelaje de Uribetxebarria.

La ley del Estado permite la excarcelación de presos en determinadas situaciones de amenaza grave para su salud y con las condiciones pertinentes. Eso es lo que le puede valer a un personaje de tal calaña. Aun cuando resulte duro de aceptar en caso semejante, un cristiano no puede olvidar que reza, o debería rezar con frecuencia "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden", según el texto del Padre Nuestro en San Mateo, capítulo VI, versículo 12. Tampoco puede olvidar el mandato de Jesucristo, cuando en los versículos 44 y 45 del capítulo V del mismo Evangelio dice: "Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos". Por tanto, he de alegrarme de que la norma jurídica permita un acto de misericordia con quien ciertamente no se la merece ni de broma. Y no se me diga que a mí el tal individuo no me ha ofendido. Su conducta incalificable es una ofensa de lesa humanidad. Es una ofensa a la totalidad de los seres humanos decentes.

Dicho lo precedente, hay que decir algo más. Me parece insoportable y esperpéntica una chusma de irresponsables, sean del partido que sean, sean presos o personas en libertad, que sin el menor recuerdo para la tentativa de asesinato de Ortega Lara -porque dejar tirada y escondida a una persona sin comida ni bebida, es intentar asesinarla con particular crueldad- estén haciendo actos públicos y simulacros de huelgas de hambre en las que nadie en su sano juicio cree ni puede creer. Aprovechar así la enfermedad de uno y el silencio sobre el sufrimiento del otro para hacer propaganda política barraquera y miserable es una prueba de encanallamiento verdaderamente doloroso, inmundo e inquietante. ¿Adónde se quiere ir? ¿Entre qué gente vivimos?

Algo parecido hay que decir de la extensión del espectáculo a otros presos en situación somática delicada, mientras se silencia a sus víctimas. Es una coreografía hipócrita y repugnante: para esta gente solo valen los suyos; las víctimas de las hazañas de sus patrocinados no cuentan para nada. Al menos yo no les he oído una palabra sobre ellas en todas las verbenas que han venido montando últimamente en defensa -dicen- de sus presos en mal estado de salud.

Además todo esto es un sainete de mal gusto y perfectamente inútil, porque no hay ningún gobierno, por muy desorientado y débil que en algún caso fuere, tan estúpido como para tener la más leve consideración movido por estos esperpentos.

Finalmente es posible que entre todos los patrocinados por tales mesnadas de simios descerebrados haya algún "preso político". Si hubiere alguno, lo lamento por él, pues es obvio que no le hacen ningún favor con tales jeremíadas. En todo caso, lo habitual es que no pocos sean asesinos, o cómplices, de una u otra manera, de asesinatos repugnantes. Y no es sensato ni decente en ninguna parte hacer la propaganda a los asesinos ni a sus cómplices.