Breve falso llano
Tras 5 años de crisis y varios más de evidencias que no queríamos escuchar sobre la no sostenibilidad del modelo y siendo bueno disponer de dinero para sanear las entidades financieras, tenemos la garantía de que.... los sustos continuarán
LA solicitud formal de ayuda para sanear los bancos con problemas, unida a las primeras señales desde Europa del reconocimiento a que solo con recortes no salimos de esta, deberían anunciar una tregua, por pequeña que fuese, en las tensiones financieras a las que estamos sometidos? pero las casas de rating han hecho que la tranquilidad durase horas y seguimos en caída libre.
Desde la contundente recomendación de Mario Draghi al ministro Luis de Guindos el 3 de mayo sobre a la necesidad de resolver los problemas en Bankia hasta la comunicación de los stress test a nuestros bancos el pasado jueves 21 de junio hemos flirteado con el abismo financiero más negro: la prima de riesgo ha subido a las nubes, hemos sido portada, para mal, de los principales diarios mundiales y, lo que es peor, la gente ha perdido toda confianza en el sector financiero haciendo que palabras tabú como corralito, "salida del euro" o "fuga de capitales" de España hayan estado en boca de muchos.
Es verdad que estamos donde estamos tras cinco años de crisis y varios más de evidencias que ninguno queríamos escuchar sobre la no sostenibilidad de nuestro modelo económico, pero estos dos últimos meses han sido tremendamente intensos, siendo el catalizador la nacionalización de Bankia. Con la nacionalización de esta entidad sistémica ha quedado en evidencia que las fusiones frías, los SIPs, se han demostrado insuficientes por la profundidad y duración de la crisis. La única fusión entre iguales, aunque no es técnicamente un SIP, que parece funcionar es Kutxabank y aunque hay rumores respecto a si BMN y LiberBank necesitarán o no ayudas, de momento quedaron en el stress test en el grupo de entidades que podrían gestionar su futuro sin ser nacionalizadas. Salvo estas tres entidades, el resto están nacionalizadas o decidieron en su momento ser absorbidas por entidades más fuertes. La primera lección está clara: fusiones por absorción (o sea manda uno), sí; entre iguales, no.
La llegada de Goirigoizarri a Bankia determina un nuevo modelo de saneamiento. Hasta la fecha, en las entidades intervenidas (CCM, CajaSur y Banco de Valencia) se cambiaba al equipo gestor y la entidad se mantenía al ralentí hasta la llegada de un nuevo propietario, quien se hacía con las riendas de la entidad apoyado por un paquete de ayudas, fuera en capital, fuera mediante un esquema de protección de activos. Las entidades con ayudas, FROB I o II, han tenido pocas restricciones, permitiéndoseles operar con libertad generando una asimetría en la competencia. El modelo que vemos ahora es de saneamiento integral antes de la subasta. Es decir, el nuevo equipo, con oficio y conocimiento demostrado, dejará Bankia suficientemente saneada como para que en la subasta de adjudicación futura no haya ayudas sino que a los postores se le exigirá pagar. Está por ver qué pasará con el resto de las entidades en las que entren ayudas europeas. Lo que se intuye es que las cosas no van a seguir igual y habrá restricciones operativas relevantes e incluso alguna liquidación ordenada, algo que ya se ha visto en Europa.
A lo largo de las últimas semanas hemos vivido episodios cuando menos confusos que, ojalá, estén integrados en una estrategia de negociación. De manera intencionada o no, el comunicar que no se tenía del todo claro cómo sufragar el saneamiento de Bankia hizo girar la realidad de manera vertiginosa para acabar en la solicitud de ayuda financiera a Europa desde una diplomacia financiera algo heterodoxa. Si todos los sobresaltos que hemos sufrido son para pagar menos y con menos condiciones, bienvenidos sean, pero a los ciudadanos de a pie nos ha extrañado alguna cosa que se ha visto, oído o publicado, ya que a nuestros eurogobernantes, a todos ellos, parece que les fascina la diplomacia periodística y quien más quien menos hace declaraciones algo estridentes para presionar al vecino.
Toda esta fase turbulenta llegó a su final el pasado jueves 21 cuando se publicaron los resultados de los stress test encargados a dos consultoras, que no auditoras, internacionales. Entre lo que dicen ellos y lo que antes había dicho el FMI parece que con 60.000 millones de euros se pueden arreglar los balances de los bancos con problemas. Ojalá sea así. Estos ejercicios de transparencia han dejado maltrechos a los mecanismos de inspección y supervisión, pero al menos deben ayudar a cerrar de una vez por todas los rumores sobre el sistema financiero. No hay problema con la banca española, sino con determinados bancos. Es una pena que no se haya aclarado más la situación. Sabemos que hay cuatro suspensos, los bancos nacionalizados, y tres excelentes, las tres entidades más grandes. Pero nos hemos quedado sin saber si el resto tiene sobresaliente o aprobado justo, lo cual obliga a los que están en cabeza de las siete entidades sin nota definida a pronunciarse. Dar todas las notas hubiese sido lo mejor.
Siendo bueno el disponer de dinero para sanear y el ir aclarando la situación de las distintas entidades, de estos dos meses salimos con dos amenazas graves que son las que garantizan que los sustos continuarán. Por un lado, pedir dinero a Europa, sea rescate o financiación, tiene contrapartidas. Esperemos que solo sean a los bancos que las van a solicitar porque no sería deseable que todos los bancos tuviesen limitaciones y menos que por esta vía se avanzase en la toma de decisiones desde el exterior. En países donde la troika está gestionando entidades, se exige una reducción del apalancamiento, es decir, ajustar la relación entre créditos y depósitos, sea subiendo estos o, en la mayoría de los casos reduciendo aquellos.
Una cosa, lógica, sería que los bancos con ayudas tuviesen que adelgazar su balance pero otra, dañina para la economía, que todos los bancos tuviesen restricciones pues, entre otras cosas, desapalancarse significa simplemente dar menos crédito. Y respecto a las decisiones macro, aun sin estar rescatados como país está claro que abrimos la puerta para que los Presupuestos Generales del Estado se firmen en Bruselas y no en Madrid, con el riesgo que ello conlleva: subida del IVA y de impuestos especiales, recorte en prestaciones y revisión de inversiones están a la vuelta de la esquina.
Pero siendo malo que la ley más importante del Estado, la de presupuestos, la condicionen funcionarios a quienes no hemos votado, lo peor que nos está pasando es que debido al vertiginoso deterioro del rating tanto de la deuda pública como de las entidades financieras las puertas de la financiación se nos están cerrando. Estamos entrando en una zona en la que muchos inversores institucionales (fondos de inversión, de pensiones, soberanos?) no podrán invertir en nosotros aunque quieran (que tampoco está claro que quieran). Esta exclusión de facto de los mercados nos abocará a un rescate en toda la regla, nominalismos aparte.
Durante los primeros años de la crisis puede que se hiciera poco, pero se nos toleró. Ahora estamos cruzando las líneas rojas de la credibilidad y todo se está complicando mucho. Somos, en general, los reyes de la improvisación y, por ello, en el último minuto solemos salvar la cara. Ahora hay varios match ball en contra y harán falta varios Nadal (me refiero al tenista, no al jefe de la oficina económica de La Moncloa) para salvarlos.