Más allá del mensaje
EL pasado 12 de junio, y tan solo una semana después de que las autoridades norteamericanas confirmasen su muerte tras el ataque de uno de sus aviones no tripulados, comenzó a circular por diversas web islamistas radicales un vídeo de Abu Yahya al-Libi, teórico número dos de Al Qaeda y uno de sus rostros más conocidos. En el vídeo, que no estaba fechado, al-Libi animaba a los sirios a proseguir en su lucha contra su criminal presidente, Bashar al-Assad, a la par que acusaba a Occidente y sus lacayos de ser cómplices de su régimen.
Dejando de lado si al-Libi sigue o no vivo, lo realmente grave de este vídeo es la doble lectura que podemos extraer del mismo: por un lado el papel que quiere atribuirse Al Qaeda en el conflicto sirio y por otro el modo en el que los Estados Unidos en concreto y Occidente en general están plantando cara al terrorismo de Al Qaeda.
Respecto al primero de estos puntos hay que comenzar diciendo que no es la primera vez que Al Qaeda arrima a su sardina el ascua de la lucha popular surgida al calor de la Primavera Árabe. Antes ya han tratado de convertirse en los portavoces de estas revoluciones para horror de sus protagonistas y alegría de los tiranos contra las que iban dirigidas, que no han dejado pasar la oportunidad para volver a presentarse como los centinelas de sus patrias contra el terrorismo integrista. Lo hizo Gadafi, lo hizo Mubarak y lo hace al-Assad.
Sin embargo, hasta la fecha, muy poco ha sido el éxito que ha cosechado Al Qaeda en este sentido. Más bien al contrario: la repulsa hacia sus métodos criminales, así como el natural miedo a que se les relacione con ellos, ha llevado a diversos grupos políticos musulmanes radicales a renegar públicamente de toda connivencia con la red terrorista y a despreciar los pocos puntos comunes que pudiesen compartir. Aun así, con estos anuncios, Al Qaeda envía un mensaje alto y claro de que, pese a todo, ahí siguen, al pie del cañón. Y esto nos lleva al segundo punto de interés de este vídeo, a ese "pese a todo" del que acabo de hablar: el papel que están jugando Estados Unidos y sus socios en la lucha contra ella.
Y es que, si bien es indudable que Al Qaeda es una organización terrorista, los métodos empleados para su erradicación están mostrándose cada día más ineficaces y estériles. No es solo el hecho de que se busque a los culpables para darles muerte allí mismo donde sean localizados, en lugar de detenerlos y juzgarlos, es además el cómo se les da muerte.
El uso de comandos con órdenes de matar como en el caso de Bin Laden y, sobre todo, de aviones no tripulados, que violan el espacio aéreo de naciones teóricamente aliadas, para lanzar su carga de bombas sobre su objetivo y quienes le rodean, tiene una carga de ciego terrorismo difícilmente disimulable. Una carga que no pasa desapercibida para Al Qaeda, que no duda en esgrimirla como prueba de la justicia de sus tácticas criminales, a fin de cuentas tan similares a las de sus enemigos.
Cada vez que EE.UU. asesina a un líder de Al Qaeda que podía haber sido detenido y juzgado, cada vez que fabrica un nuevo mártir, da un nuevo torrente de argumentos a Al Qaeda para poder seguir vendiendo su imagen de guerreros de la fe que luchan por la defensa de la comunidad musulmana contra la amenaza de los "cruzados".
Es evidente que este mensaje no cala salvo en un mínimo porcentaje de la población mundial, no solo musulmana por cierto. Y esto por mucho que lo mezclen de llamados a la resistencia de los bravos sirios. Sin embargo, no es menos evidente que a Al Qaeda le sobra con unos pocos, con una diminuta porción de ese mínimo porcentaje, para poder seguir llevando a cabo sus planes criminales.
Y estando así las cosas, y viendo los resultados de la política llevada a cabo contra ellos, parece cada día más claro aquello que ya se ha dicho tantas veces: para plantar cara al terrorismo de Al Qaeda se ha de luchar contra ellos desde el derecho no desde el terror y además, con igual voluntad, se debe derrocar a los tiranos que hacen de infinidad de países musulmanes auténticos infiernos para sus ciudadanos. Solo así, siendo mejores que ellos y demostrándolo, se puede esperar algún tipo de triunfo a largo plazo. Solo, en resumen, combatiéndolos desde la virtud desde la que ahora se dice luchar, pero que tan fácilmente es olvidada.