El pacto roto y la independencia
Es necesario un debate sereno, serio, objetivo? sobre pros y contras de la independencia para poder ofrecer una información fiable, aun siendo consciente de que en este tema la razón no es todo, ni mucho menos, y pesa -a veces mucho- el sentimiento de cada uno
EL pacto PSE-PP en Euskadi se ha roto y ha dejado en la cuerda floja a Patxi López. Había nacido en circunstancias excepcionales: ausencia electoral de la ilegalizada izquierda abertzale que propició a los dos grandes adversarios políticos a nivel de Estado la ocasión de desbancar al ganador neto en las elecciones, Juan José Ibarretxe. El pacto fue claramente excluyente y frentista. Su eslogan y motor fue "el cambio". El constitucio-españolismo cambiaría el color vasquista dado a la sociedad por los gobiernos nacionalistas. Se trataba de desnacionalizarla y españolizarla. Ahí coincidían los dos partidos y esto les unió en matrimonio contra naturam y morganático: solo gobernaba el PSE.
El PP se sometió al PSE y a las directrices que llegaban a éste desde su sede central en Ferraz y desde el Gobierno de Zapatero. Basagoiti pasó por la incapacidad y disfunción de López, concediéndose de vez en cuando un enfadillo y regañina. Incluso durante la dura campaña electoral Rubalcaba-Rajoy optó por tragar mucha saliva y pasar por alto la campaña que López hacía de sí mismo para un futuro más cómodo en su partido fuera de Euskadi, "en la secretaría general de Madrid".
Se impuso Rajoy con mayoría absoluta, soltó su reforma laboral, medidas anticrisis, etcétera. Y Basagoiti se harta: "Nuestro entorno no puede dejarse en manos de un gobierno que no es capaz de gobernar", "de un lehendakari que no está en Euskadi, sino que está a otras cosas", "a los requiebros de la calle Ferraz", además de hacer oposición a Rajoy. A Basagoiti se le hinchan las narices, da el portazo y, sin decir oste ni moste, rompe el pacto unilateralmente y pide adelanto de elecciones.
El pacto estaba roto desde que el PP redactó su ponencia para su congreso vasco de los días 12 y 13 de mayo. El "músculo autonómico" y los "alardes vasquistas" de López no son otra cosa que su oposición a Rajoy. Descolgado del PSE, vuelto el PP de Euskadi a su estado normal, repiensa su preocupación innata: "la crisis nacional". Sin los ataques al nacionalismo vasco tan viscerales en tiempos no lejanos, vuelve su proa a combatirlo, así como a sus "mecanismos de aplastamiento de lo diferente", resabio éste de su lenguaje tradicional. Pero, como en cualquier caso, adelantadas o no, las autonómicas están cerca, la ponencia precisa el punto de mira de su rivalidad. Da por supuesto que PNV y la izquierda abertzale confluyen en un proyecto de independencia para Euskadi y pretenden poner en práctica ese proyecto a nada que los resultados de las urnas se lo permitan.
No sé qué programa presentarán PNV e izquierda abertzale, pero me sorprende que, a raíz de la ruptura del pacto, el profesor de Pensamiento político en la UPV, Pedro José Chacón Delgado, sacara también a relucir, el pasado 8, en El Diario Vasco, la independencia: "Esa tensión permanente de un País Vasco siempre incómodo en el seno de España, siempre pugnando por la diferencia, por el 'aquí lo hacemos todo mucho mejor y España es un lastre', siempre amenazando con marcharse? Ahora lo más probable es que vuelva esa situación indeseable para muchos: la que llena portadas de periódicos desafiando a Madrid, la que nos quiere sacar de la crisis económica con la varita mágica de la independencia? Que las urnas nos pillen confesados".
Por su parte el catedrático de Teorías de los Lenguajes en la Universitat de Valencia, Ángel López García-Molins, en "La cuarta página" de El País, el 9 pasado, en "Delenda est Hispania?", reconoce el fracaso del café para todos, las diecisiete autonomías y afirma que "se trata de una crisis nacional que, en el fondo, es mucho más grave que la económica" y acaba refiriéndose también a la independencia: "La España centralista se ha revelado un fiasco histórico, pero la ruptura pura y simple de los lazos comunes con la que tan alegremente especulan algunos nacionalistas, dejaría a sus respectivas naciones fuera de su mercado natural, desvinculadas de los territorios de su mismo tronco lingüístico y/o cultural? En este asunto no se puede probar a ver qué pasa? Y, sin embargo, algún paso habrá que dar o el tsunami que viene nos arrastrará a todos".
Esos testimonios nos previenen contra la independencia o el intento de conseguirla, como algo funesto. Ya he indicado que no sé qué harán los partidos nacionalistas en las próximas elecciones. Pero, al margen de lo que yo piense, de una cosa estoy seguro: que con la presente Constitución española la independencia es imposible y que, en cualquier caso, se necesitaría tiempo para conseguirla. Pero no soporto que esa palabra tabú desate en sus enemigos toda una literatura e imágenes de miedo comenzando "porque independientes seríamos más pobres y viviríamos peor".
Pienso que en esta situación es necesario un debate sereno, serio, objetivo? sobre pros y contras de la independencia para poder ofrecer una información fiable sobre asunto tan importante. Soy muy consciente que en este tema, como en casi todo y desde luego en política, la razón no es todo ni mucho menos; pesa -a veces mucho- el sentimiento y la emocionalidad de cada uno. Independencia y un estado propio fue el origen y objetivo del nacionalismo vasco. El PNV no ha borrado a lo largo de su larga historia ese horizonte. No lo puede borrar sin traicionar sus orígenes y traicionarse a sí mismo. La izquierda aber-tzale, por su parte, ha unido "independencia y socialismo", sin aclarar nunca el contenido de ese binomio ni su modelo histórico tras la caída del muro en 1989 y el fracaso de los regímenes comunistas totalitarios. Un debate racional y a fondo sobre la independencia, limitaciones y consecuencias en estos tiempos, me parece absolutamente necesario. La Constitución de 1978 lleva ya demasiado tiempo, sobre todo teniendo en cuenta el delicado contexto político-militar en que se gestó. Los tiempos cambian y no se puede funcionar con ideas y términos tabús.
El Derecho Internacional, obra de los propios Estados, puede reservar la autodeterminación a las antiguas colonias y casos de verdadera opresión de los pueblos, pero, a pesar de ello, pueblos, naciones o regiones que nunca han sido políticamente independientes hoy día lo son. Baste citar a Kosovo, Ossetia del Sur y Abjasia, entre las más recientes y cada una a su manera. Por formar parte del Estado español, ingresado en la Unión Europea, a la independencia de Euskadi, entre las numerosas pegas que le montan los articulistas, se menciona que son tiempos de unión, de ceder soberanía no de conseguirla y ¿qué pasaría con la UE? Podríamos hablar de Eslovenia, pero, aficionado a la historia, me llamó agradablemente la atención el caso de Eslovaquia.
Bohemia, Moravia y Eslovaquia, después de muchas vicisitudes, acabaron engrosando el Imperio Austro-Húngaro. A raíz de los disturbios revolucionarios que agitaron el imperio de los Habsburgos, se extendieron movimientos nacionales entre los checos y eslovacos; más fuertes entre los primeros. En plena guerra de 1914, Masaryk y Benes crearon un Comité nacional checoslovaco y el 28 de octubre de 1918, el Comité, sin esperar siquiera a Masaryk ni a Benes, proclamó la independencia de Checoslavaquia, cuyas fronteras las marcó el Tratado de Versalles. Por el acuerdo anterior de Pittsburgh, en mayo de 1918, Eslovaquia gozaría de una amplia autonomía. Descontentos los eslovacos con la autonomía, exigieron una república federal, aunque hubieran preferido una confederación de dos estados. La lograron en 1990. En las elecciones de 1992, salieron victoriosos Václav Klaus por los checos y Vladimir Meciar por los eslovacos. Este último, con un programa separatista. Entre los dos se negoció la separación amigable, que fue votada por la Asamblea Federal en 1992. En 1994 los dos estados fueron admitidos en la Unión Europea. Hechos así son posibles.
Quiero acabar con un dato. No he podido seguir la marcha de todos estos nuevos estados independientes, si viven mejor o peor que cuando formaban parte de otro estado, pero lo que es cierto es que ninguno ha vuelto a su situación anterior. No me pronuncio en absoluto, piense lo que piense. Aduzco estos datos insistiendo en la necesidad de un debate sereno, serio y objetivo sobre las implicaciones de una hipotética independencia de Euskadi.