NO es mantenible la situación de un gobierno agónico, en minoría, con los puentes rotos en todas direcciones, y sin visos de recomposición, haciendo perder el tiempo al país en una época en la que se requieren decisiones. Que el lehendakari López diga ahora que "la prioridad del Gobierno es defender los servicios públicos, combatir la crisis y defender el autogobierno", y que por eso no disuelve el Parlamento, convocando elecciones, suena a broma. Tiempo ha tenido durante tres años y ha caminado en dirección opuesta con su aliado el PP vasco: tocando servicios públicos, sin liderazgo frente a la crisis y tragando limitaciones al autogobierno. Que ahora quiera capitalizar la oposición a Rajoy, después de un acuerdo largo con Basagoiti, sabiendo como sabíamos todos que Rajoy ganaría las elecciones posteriores a Cortes, es otra broma.
Ya se ha perdido el tiempo durante tres años de muy escaso aprovechamiento y con una alianza contra natura que no permitía abordar temas de fondo en una época de gran crisis (actividad económica, fiscalidad, enseñanza, cultura, comunicación, servicios públicos...) como para prolongar aún mas artificialmente el disparate vivido de legislatura. Además no hay bases para que en temas pendientes de enjundia (ley municipal, fiscalidad, electoral, Cajas, Policía ….) haya garantías para salvar los muebles con mayorías cambiantes.
Para asumir rumbos complejos tanto en una época de crisis económicas y sociales como de parón en la redefinición del marco de relaciones con España, la Comunidad Autónoma de Euskadi necesita un Parlamento nuevo, tractor y completo en su representatividad, en lugar de un Parlamento artificial y demediado.
Pero es que además no hay margen de tiempo y de perspectivas constructivas para decisiones importantes inmediatas. De los proyectos de ley pendientes (un total de 15 ) y proposiciones de ley (6) algunas requerirían tales ingenierías con socios distintos que parece improbable -si llega el verano sin fijarse fecha de convocatoria electoral- que nadie le dé ni agua al Gobierno López para que se prolongue y nos ahorque a todos por conveniencia.
Mientras la Ley de Política Agraria y Alimentaria y Ley del Consejo Económico Social pueden aprobarse antes del verano por consensos ya logrados en el trámite, son ya más dudosas la Ley de Cambio Climático y la Ley contra el Dopaje; y mucho más dudosas la reforma de la Ley de Policía del País Vasco, la Ley de Seguridad Pública, la Ley de Cajas de Ahorros, y ya no digamos Ley de Culto o la reforma de la Ley de Víctimas del Terrorismo. Algunos proyectos están simplemente en mantillas (Ley de Elecciones al Parlamento Vasco, la Ley del Paisaje, Ley de la Agencia de Calidad del Sistema Universitario y la Ley de no discriminación por motivos de género) y otros -como la tan importante y tan recorrida por intereses-, Ley Municipal, aún en fase de enmiendas.
Tampoco podrá andar con legitimidad suficiente la Comisión de Paz y Convivencia porque no va a participar la mayoría de la izquierda abertzale y sus promotores han sido reclamados para devolver sus actas parlamentarias por el partido -Aralar- que los nombró en su día. La gestión del tema ha servido para sancionar la división de otro partido, en la tendencia general a cuatro polos.
Dejando a un lado los intereses generales, desde los intereses partidarios, a pocos les viene bien una convocatoria para el otoño. Salvo al PP que sabe que, cuanto más pase el tiempo la política de Rajoy, le pasará más factura. El PSE necesita tiempo para capitalizar el nuevo ciclo a la izquierda en algunos países europeos y su oposición a los recortes de Rajoy; el PNV está pendiente de decisiones y empastes; las izquierdas abertzales carecen por razones obvias de estructuras sólidas, programas acordados -aunque ya han cerrado una propuesta socioeconómica-, liderazgos -el Tribunal Supremo colabora ratificando de forma absurda la sentencia injusta y contradictoria de la Audiencia Nacional contra Otegi, Díez, Zabaleta...- y aún no saben si Sortu será legal o no; solo han pasado dos años para que Ezker Anitza y Ezker Batua puedan suturar su amputación…
Pero en honor a la verdad todos, menos el PSE-EE, han reclamado la convocatoria inmediata. O sea, se lo pide la inmensa mayoría política que es el 75% del Parlamento, más la izquierda abertzale que está fuera de él. ¿Qué legitimidad tiene que un mandatario, en total minoría, se atrinchere numantinamente y sin apoyos en Ajuria Enea?
No es la hora de las conveniencias sino de las decisiones y de las fotos desde la soberanía popular para ejercer los liderazgos.
Con este panorama el lehendakari no puede sino anunciar antes de vacaciones unas elecciones anticipadas.
Se supone que la responsabilidad y no las conveniencias deberían fraguar las alianzas posteriores a las elecciones para afrontar los tres temas principales: salidas políticas, salidas económicas y salidas sociales.
Pudiendo ser las corrientes nacionalistas primera y segunda fuerza, y entre ambas (con un posible colchón social muy mayoritario) pueden acercarse a los 2/3; y siendo, probablemente, tercera y cuarta fuerzas los partidos vinculados a estrategias de Estado, hay una responsabilidad enorme de las corrientes abertzales para priorizar y hacer todos los esfuerzos imaginables para un acuerdo de país y parlamentario que permita dar un salto cualitativo en todas direcciones.