ESTABLECIENDO un símil económico, el Derecho de Competencia europeo impone a las empresas que gozan de una posición de dominio en el mercado una "responsabilidad especial": preservar la competencia en el mercado, actuando "como si" carecieran del poder de elevar los precios por encima de sus niveles competitivos. De acuerdo con la jurisprudencia, dicha responsabilidad requiere que las empresas dominantes fijen precios que no sean ni demasiado altos ni demasiado bajos, que no carguen precios diferentes por transacciones equivalentes, que no ofrezcan a sus distribuidores descuentos ligados al crecimiento de las ventas, que no vinculen la venta de uno de sus productos a que el consumidor adquiera otro de los productos de su cartera, que den acceso a su propiedad intelectual a sus principales competidores si dicho acceso es indispensable para competir y sus competidores planean ofrecer nuevos productos para que existe una demanda potencial. Al fin y al cabo, que actúen con responsabilidad. Trazando un símil, en política hoy algunos podrían pensar lo mismo. Lo que se llevaba anunciando desde hacía meses ya se ha producido. El aval in extremis del Tribunal Constitucional a Bildu hacía presagiar un récord de resultado cercano al histórico de 1999 de Euskal Herritarrok (228.528 votos a las Juntas Generales). Un récord en un territorio como el de Gipuzkoa que tradicionalmente ha resultado simbólico para los fieles a la izquierda abertzale radical. Lo que hasta ayer era una hipótesis -la coalición de Pello Urizar lograría movilizar no solo a esa bolsa de electores fieles sino también a otros atraídos por la irrupción de un partido que "promete lograr la paz en Euskadi" (Garitano dixit)-, hoy es una realidad.

La presencia de Bildu en las elecciones municipales y forales en la CAV y en Navarra para algunos debilita la hegemonía en las urnas del PNV y para otros sitúa contra las cuerdas el pacto que mantienen en el Gobierno vasco el PSE y el PP. Lo que está claro es que revela la fotografía de una Euskadi real. Es lo que hay. Ya están todas las formaciones políticas en el mapa. No hay excusas. Con una ETA debilitada, acosada policial y judicialmente y obligada a declarar un alto el fuego, Bildu irrumpe en el panorama político con más fuerza que nunca. Se convierte en la primera fuerza en Gipuzkoa con 22 junteros, la segunda en Bizkaia con 12 y decisiva en la cámara alavesa con 11. Mantiene las alcaldías de Mondragón, Zarautz, Hernani o Gernika y recupera Bermeo y Agurain. La meta para la transición emprendida por Batasuna dejó hace ahora dos años de un lado a la banda, volvió a coger del suelo el tan exhibido "ramo de olivo" de Otegi ante 15.000 seguidores incondicionales en Anoeta en 2004 y con los resultados de este domingo ha abierto un nuevo ciclo de representación en las instituciones. Con el reajuste en el mapa de fuerzas que eso ha conllevado. La izquierda abertzale radical había perdido un 33% de sus electores en los últimos cinco años fugándose estos a Aralar (había pasado de un escaño en 2005 a cuatro en 2009) u optando por la abstención. La ausencia de la ilegalizada Batasuna en las municipales de 2003, por ejemplo, favoreció la mayoría absoluta de PNV y EA en las diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa.

Ahora, la izquierda abertzale radical sabe que con estos datos ETA se ha terminado. Con los casi 300.000 votos obtenidos, los dirigentes de Bildu son conscientes de que la banda se tiene que retirar poco a poco. Y más aún: de que serán ellos, como una de las principales fuerzas políticas de Euskadi, los que se erijan en interlocutor válido con el Gobierno central. Ahora con Zapatero y después con Mariano Rajoy si como apuntan todos los pronósticos este gana las elecciones generales de 2012.

Pudiéndose presentar a las elecciones municipales y forales, Bildu sabía que dispondría de representación suficiente en las instituciones vascas para condicionar el día a día. Lo comprobamos en 1998 con la marca Euskal Herritarrok: los 14 escaños que consiguieron en el Parlamento Vasco, un 17,91% de los votos y 224.001 papeletas. La izquierda abertzale se convirtió en la tercera fuerza de la Cámara. Igual que en 1999 en Navarra con 8 representantes. Ahora, con los resultados de este domingo, la formación arranca con fuerza en Gipuzkoa, territorio que tradicionalmente ha resultado simbólico para los fieles a la izquierda abertzale radical, donde el PNV se disputaba con los socialistas la Diputación.

Bildu sabía que estando presente en las instituciones (hasta ahora, la ambigüedad ante el terrorismo de ETA había sido la razón por la que Batasuna solo ha encontrado representación con 337 concejales en Euskadi y gobernado a través de ANV en 15 ayuntamientos con mayoría absoluta) tomaría parte en las decisiones más relevantes. No podemos olvidar que está en el aire el futuro control y privatización de las cajas vascas y tampoco que son las diputaciones vascas las que recaudan y distribuyen los impuestos.

A partir de ahora ya solo queda ver dónde y con quién se producen los pactos porque las urnas nos han colocado en el inicio del fin de una etapa: la de ETA y la de los acuerdos contra natura. La Euskadi real que ha salido de las urnas de este 22-M ha examinado no solo la gestión de Zapatero en Madrid también la del PSE con el PP en Gasteiz (lo que podría provocar una renovación en las caras del Gobierno vasco en las próximas semanas). Y la Euskadi real que ha salido de las urnas ha decidido también a quién confía la salida de la crisis desde los ayuntamientos y las diputaciones y el camino hacia la paz. Y es ahí donde ninguna fuerza se puede quedar al margen. Ha llegado el momento como decía hace dos semanas el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, de un "cambio de ciclo político" en Euskadi.

Con Bildu en las elecciones, la campaña se ha desarrollado sin incidentes. Ha sido la primera vez que la violencia callejera no se incrusta en los titulares. A partir de ahora ya solo quedan dos frentes abiertos: que desaparezcan las armas definitivamente con su presión hacia la banda y que nadie tenga miedo a pactar. Se lo escuchábamos el pasado verano al lehendakari José Antonio Ardanza en uno de los cursos de la UPV: "Es necesario alcanzar acuerdos entre distintas formaciones como los que hicieron posible la materialización del Pacto de Ajuria Enea en 1988". O lo que es lo mismo, viendo la fotografía que nos ha dejado estas elecciones municipales y forales, PNV y PSE deberían tener en cuenta que va siendo hora de que la situación actual aporte liderazgos de carne y hueso, pactos entre sí capaces de sintonizar con la gente y buscando con seriedad respuestas a los problemas del día a día.