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Persecuciones religiosas en el siglo XXI

EL Parlamento Europeo acaba de aprobar una Resolución que condena los recientes atentados contra comunidades cristianas en Egipto y Malasia. El asesinato el 6 de enero del 2010 de seis cristianos coptos y de un policía en Egipto, la destrucción de numerosos negocios cristianos en el Alto Egipto, así como los ataques contra iglesias y lugares de culto en Malasia desde enero representan graves ataques a los derechos humanos. El PE invita a las instituciones de la UE en el marco de su acción exterior a acordar una atención particular a la situación de las minorías religiosas -incluidas las comunidades cristianas- perseguidas hoy a través del mundo.

Según estudios, entre el 75% y el 85% de las persecuciones religiosas en el mundo afectan a los cristianos y, cada año, miles de éstos pierden la vida debido a su Fe: el número total de fieles brutalmente perseguidos se calcula en 200 millones de personas. Estas informaciones no tienen la repercusión debida ya que, por ejemplo, constatar la violencia musulmana contra los cristianos, ya sea con connotaciones políticas en Irak, Egipto o Malasia, o aquí en nuestra propia tierra, en la esfera privada de las frecuentes violaciones y desprecio máximo de nuestras jóvenes infieles (véase el caso de Bolueta, etc), no parece ser políticamente correcto.

Estos hechos no hallan la repercusión debida en los medios ni se conocen las cifras reales y la desmedida proporción de autores de dicha religión con respecto a la estadística total de éstos delitos sexuales y otros crímenes contra la propiedad. Parece que por alguna ignota razón nada ni nadie debe perturbar la atracción, subvencionada jugosamente, que despertamos en los jóvenes magrebíes.

A ello se añade la saña contra la Iglesia y todo lo cristiano azuzada de forma sistemática por ciertos grupos poderosos y desde el propio poder central en algunos Estados como el español y sazonada con toda clase de subvenciones para películas, programas de TV, etc. que no traslucen el sentir real de la mayoría de la población pero intentan machacona y concienzudamente influir en ella. Pero ahora nos concentraremos en las persecuciones religiosas violentas que son las que se producen no solo en países musulmanes sino también en otros como China e incluso la reputada pacífica India. En la Europa otrora cristiana la violencia anticristiana que fue muy cruenta cesó de momento con la caída de la Unión Soviética. Quizá su retorno sea solo una cuestión de tiempo.

La resolución del Parlamento Europeo hace eco a la resolución que el Consejo de Ministros de la UE había adoptado el 16 de noviembre de 2009 y que "reafirma el compromiso firme de la Unión Europea para promover y proteger la libertad de religión y creencias" y "reafirma su intención de dar prioridad a estas cuestiones como parte integrante de la política de derechos humanos de la UE", en particular, en el marco de sus relaciones bilaterales y en los marcos multilaterales.

Sobre la base de estas posiciones adoptadas por el Consejo de Ministros de la UE y el Parlamento Europeo, la COMECE (Comisión formada por los representantes de las conferencias episcopales de la UE) ha solicitado a la recientemente designada Alta representante para la Política Exterior de la Unión Europea, la Sra. Catherine Ashton, traducir esta prioridad a través de la acción del nuevo Servicio europeo de Acción Exterior a su cargo que está actualmente estableciéndose.

Con objeto de ayudar a los responsables europeos a establecer herramientas concretas para promover la libertad de religión en las relaciones exteriores de la UE, la COMECE han establecido un grupo de expertos encargado de redactar un memorándum sobre la promoción de la libertad religiosa en el mundo. El texto, que hará una relación de las violaciones de este derecho fundamental y de las persecuciones religiosas en el mundo y propondrá una serie de recomendaciones a la atención de las instituciones europeas, debería adoptarse en su próximo Pleno a principios de abril 2010. Esperemos que sea un documento que esclarezca en la medida de lo posible la verdad de los hechos y sirva para contribuir, aunque sea modestamente, a la resolución histórica de un problema tan viejo como la humanidad.