Después de unas semanas en las que una puñetera caída me ha mantenido fuera de juego, vuelvo a la carga. Sin dejar de oír aquello de las caídas tontas son las peores, regreso después de leérmelo todo sobre “muertes provocadas por tortazos y piñazos accidentales”. En este tiempo me he perdido alguna pesadilla antes de Navidad que me hubiera gustado comentar. Donald Trump arrasando, varias ayusadas de IDA, un tal Aldama cantando La Traviata, Iker Jiménez bajando al barro... Pero sobre todo un desaparecido Mazón, el Boss de los karaokes, que mientras el diluvio universal arrasaba su comunidad, él le daba al postre. Y, oye ahí sigue el tío, gobernando o lo que sea, con dos agentes 00. Pero ya que no he llegado a tiempo, sí estoy todavía en hora de desearles felices fiestas. A todos, pero muy especialmente a esas mujeres que tienen la agenda del ritual navideño tan cargada, que los eventos les salen por las orejas. A esas, que organizan todos los compromisos con un christmas colgado de la chepa, a las que empezaron en el puente poniendo el árbol y la decoración, y que ahora se encargan de preparar las cenas, cocinando chipirones y pimientos rellenos como si no hubiera un mañana. Chup, Chup. Y que lo compaginan con sus trabajos y los quehaceres propios de su sexo, eligiendo regalos sin parar, para luego muchas veces devolverlos, también, ellas mismas.

clago@deia.eus