No, no me refiero al mantra que repetía con saña el sabio de Hortaleza, Luis Aragonés, para afrontar como entrenador sus partidos de fútbol. El título es una traducción del ingles win-win, esa fórmula que describe una acción entre dos partes en la que ambas salen beneficiadas. Nada define mejor una costumbre que debíamos tener arraigada y que nos solventaría muchos quebraderos de cabeza, ahorraría unos cuantos euros y encima hace quedar bien. Se trata de las listas de deseos, wish list, si seguimos con la lengua de Shakespeare, esa relación de regalos que nos gustaría recibir en fechas señaladas, como las que nos esperan a la vuelta de la esquina. No hay nada más fácil que apuntar a lo largo del año aquellos artilugios tecnológicos que deseamos, ese fin de semana de escapada anhelado o la prenda de ropa que nos llama desde el escaparate físico o digital para tener una respuesta óptima a la dichosa pregunta que oímos estos días: ¿Qué quieres para Olentzero? La fórmula es perfecta ya que el amigo o familiar que nos suelta la cuestión angustiado ante la falta de ideas se quedará de piedra al oír como respuesta algo concreto y no el sempiterno “lo que quieras”, acompañado del clásico “no hace falta que me regales nada”. ¡Ja! A todo el mundo le gusta un presente y más si lo deseamos. Porque, seamos sinceros, ¿cuántas veces ha puesto cara de póquer ante un regalo que no le gustaba? Pues eso, igual no llega para Navidad, pero redacte su wish list para el próximo año. Ganará.
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