Macron convoca elecciones en Francia, De Croo dimite en Bélgica, Scholz se sujeta como puede en Alemania ante el AfD, en Italia ya gobierna Meloni, en Holanda es primera fuerza el PVV de Geert Wilders... La ultraderecha es parlamentaria, incluso gobierno, también en Austria, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Finlandia, Bulgaria... No hace falta citar a España, donde siempre ha estado latente o presente, nunca mejor dicho. Y van surgiendo partiditos, partidetes, partidillos como hongos (alucinógenos) y plataformas, platasubformas, quasialienígenas porque amontonan Alfs -Alien Life Form, como el cómico bicho televisivo- de todo tipo y hasta en el nombre (Se Acabó La Fiesta) se antojan de otro planeta. Da lo mismo desde las redes sociales, aparejos para pescar sociedades incautas, que a la sombra de un personaje, personajete, personajillo, con nombre y apellido, como el BSW alemán, la alianza (Bündnis) Sahra Wagenknecht, que siguiendo a esta economista comunista se desligó de La Izquierda (Die Linke) extrema pero no renuncia a principios de ultraderecha y dicen que es, alucina, a la vez parda y roja. Algún ejemplo hay más cerca. Y no, no es solo en la Europa de las estrellas, es en todo el sistema. Que por ahí está Trump, estremecedora criatura del nuevo mundo que se diría extraterrestre no solo por su rostro naranja. Sí, nos invaden. Y no es una ficción de Orson Wells. Esta vez la guerra de los mundos es cierta.