Hace años hice una entrevista a un directivo de la BBC y me dijo que cada país tenía la televisión que se merecía. Con el tiempo le he tenido que dar la razón porque un país machista, tiene lógicamente una televisión machista. Estos días, las redes sociales están que arden acusando a Pablo Motos, presentador de El hormiguero, de caer de forma recurrente en actitudes sexistas con sus invitadas. Todo ha comenzado con el anuncio del Ministerio de Igualdad que incluye una escena similar a la que se vivió en su programa cuando el mediático presentador realizó a la actriz Elsa Pataky la impresentable pregunta “¿tú, cuando duermes, la ropa interior es sexy o cómoda?” cuando ésta acudió al espacio de Antena 3 en 2016. A raíz de esta polémica, muchas de las actrices y cantantes que ha entrevistado a lo largo de estos años han confesado haberse sentido “incómodas” ante sus preguntas; a Motos habría que explicarle dónde están los límites del humor para evitar que los micromachismos y los macromachismos se camuflen entre los chistes de su programa. Este tipo de actitudes realmente ejemplifican una constante que pasa en muchos medios de comunicación y en el mundo publicitario, que siguen fomentando este tipo de conductas sexistas y de mal gusto. El poder que tiene la televisión es enorme y se debe exigir una responsabilidad, una ética y unos valores mínimos.