O cabe duda de que Yolanda Díaz está rompiendo moldes. Sus primeras puestas en escena para su nuevo proyecto político -indudable, ya- están causando entre asombro y recelo en sus propias filas e inquietud en las ajenas, sobre todo en el PSOE. Su visita de ayer al Papa Francisco es de todo punto insólita. No hace falta remontarse a la leyenda de que en España siempre se va detrás de un cura, bien con un cirio o bien con un palo, para constatar que generalmente la izquierda oficial ha sido profundamente anticlerical. Entendiendo por anticlerical al menos el rechazo a que la Iglesia se inmiscuya en los asuntos públicos -políticos y sociales- más allá de su labor religiosa o evangelizadora. Pero Yolanda Díaz ha hablado con el Papa precisamente de política: de los decretos legislativos frente a la crisis y del trabajo como agente dignificador y de igualdad. Dice la vicepresidenta del Gobierno y militante comunista que ha tenido un encuentro "muy emocionante" con el compañero Jorge Bergoglio, al que ha denominado "Santo Padre". Pero ella, como buena gallega, no da puntada sin hilo. Durante el encuentro ha regalado al Papa un ejemplar del poemario Folhas novas -Hojas nuevas- de Rosalía de Castro, y una estola -prenda que se colocan los sacerdotes alrededor del cuello durante la liturgia- hecha de plástico reciclado y bordada por las Carmelitas Descalzas. Para mí, que Yolanda Díaz tiene todas las bendiciones para ser la próxima presidenta de España.