I recuerdan, el chunta chunta del reguetón de la anterior crisis fue que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Una forma más sutil de decir que los viajes al Caribe o los restaurantes a la carta no eran pasto para todos los bolsillos. Para algo están las escapadas a Asturias y los menús del día, si acaso. Aquel mensaje era por definición restrictivo y discriminatorio. Es cierto que cada uno debe gastar en función de lo que ingresa, pero también que es necesario tener ilusión por disfrutar de ciertos placeres de la vida y de paso intentar romper el techo de cristal que supone el salario. Así que donde se remarcaba que los posibles de algunas familias estaban lejos de sus pretensiones, habría que haber añadido una segunda parte: intentemos mejorar las condiciones de vida de esas personas. No tanto para que visiten la Riviera Maya, sino para no ensanchar más las desigualdades entre ciudadanos. La situación actual es diferente en lo que se refiere a la salida de la crisis, que todo apunta a que será en forma de la ansiada V e impulsada además por una lluvia de dinero público destinada a la inversión de las empresas. Se trata de aprovechar el momento para modernizar la economía y darle un enorme impulso a la transición energética. El reto es que esa revolución también sea humana, que la formación que reciben nuestros hijos se adapte a las nuevas necesidades de las empresas y que cobren en relación de su cualificación. Es una oportunidad para estrechar las diferencias entre las familias.

Asier Diez Mon