Hay profes que le habrán sacado chispas a la erupción del volcán en clase y otros que mandarán hacer uno de plastilina cuando toque en el temario. Una pena cuando hay uno que escupe lava y ruge en directo por la tele. La mejor profesora que he conocido daba vuelta al horario en función de las circunstancias. Suena caótico, pero es cien por cien educativo. Cuando una alumna perdió a su padre, convirtió la clase en una terapia de grupo donde hablaron de los familiares fallecidos. Algunos lloraron, la niña se sentiría más comprendida y, entonces sí, vuelta a las mates, a cuyos problemas les daba la misma importancia que a los emocionales. No es la única, pero ojalá hubiera más. La innombrable vino el otro día del insti sorprendida porque los ejemplos que le ponían en una asignatura tenían que ver con "cosas reales". Prueba de que hay quien sigue explicando reglas de tres con campesinos cosechando, que es como hablarles de extraterrestres. Hacer toda la materia atractiva, las cosas como son, no es fácil. Lo comprobé cuando me preguntó a bocajarro para qué sirve estudiarse los minerales. "Pues para cuando vayas a comprar una encimera de cocina y te digan que si la quieres de granito o mármol". Cara de pero qué me estás contando. "También sirve para elegir lápidas". Vale, no estuve fina, pero a ver si en dos segundos se les ocurre algo mejor.

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