RES de los que te levantas de la cama en cuanto suena el despertador o prefieres quedarte holgazaneando entre las sábanas cinco minutitos más? ¿Eres de los que no hablan por la mañana, ni pones la radio, o inicias el día en plan comunicativo? ¿Eres de los que tomas café con leche o prefieres un Cola-Cao calentito? ¿El zumo de naranja, lo cuelas o te lo tomas sin colar? Cuando te lavas los dientes, ¿comienzas a cepillártelos por los incisivos o por los molares? ¿Te duchas con agua caliente o te castigas bajo el chorro de agua fría? ¿Usas el transporte público para desplazarte o te refugias en tu vehículo particular? Cuando ves un semáforo en ámbar, ¿eres de los que acelera o de los que para y aguanta la pitada de los de detrás? ¿Picas algo a media mañana o eres de los que no come nada entre horas? Si comes en casa y tienes tiempo, ¿eres de los que echa la siesta o enseguida encuentras una tarea que hacer? Los días laborables, ¿alternas a la salida del trabajo o prefieres regresar a casa rápidamente? ¿Haces deporte a diario, sin llegar a ser un vigoréxico, o te tumbas en el sofá sin ningún remordimiento de conciencia? ¿Prefieres leer un libro o quedarte ensimismado ante una serie televisiva que no te haga pensar? Cada uno es como es. Disyuntivas inútiles. Tanto como la que plantea el hecho de vacunarse o no. Aquí no hay duda. Vacunarse sí o sí. Aunque sea con AstraZeneca.

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