BRIL es el más cruel de los meses, pues engendra lilas en el campo muerto... Arranca así T. S. Eliot La tierra baldía para explorar la esencia del alma humana en una época asolada por la guerra. Un siglo después, devastación humana por medio, y en puertas del mes por antonomasia del verso suelto, andamos revueltos por las sandeces de la musa del Gaultier cuyo único premio sería a la película montada en su cabeza mientras su boca nos llevaría a una derrota que no haría honor a su nombre. Comparto quien describe a Victoria como la pijaprogre con aires de Paris Hilton cuya defensa de la libertad yace cuando se queda sin fiestas burguesas y ayudas al divertimento. Y que si les cuelan para vacunarse serían las primeras en levantar la mano cuales infantas españolas en tierras árabes o, como Melania, mientras hace la maleta, por supuesto, Gucci. La pandemia distingue clases y a la actriz se la trae floja si así se gana la cuota de pantalla que le niega su profesión. Por eso fue capaz ya de ningunear el Me too y proclamar ahora que votaría al partido que le devolviera sus derechos. Porque el resto son cosas de pobres. Pero a estos yupis transgresores de los 80 cuya almas se han vuelto reaccionarias no hay que callarles sino retratarlos. Recuerdan a Mugatu, el malo de Zoolander, que aspira a una sociedad totalitaria donde se impongan los valores del mundo fashion. Líbranos, Señor, de abril, del dolor y del amor, líbranos... que diría Rubén Darío.

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