A Wikipedia ya tiene su propia entrada sobre Jake Angeli y faltará tiempo para que el gran gigante del mercado electrónico comience a vender el casco con cuernos del hillibilly que, vestido de Conan y con un San Fermín en la nariz, asaltó con unos nerds el Capitolio de Washington. Sobre el famoso abordaje un día de belén está todo dicho con toda su gravedad e inquietud pero hay que hacer un esfuerzo para no comentar la estética y el más famoso outfit de todas las insurrecciones históricas. A la white trash se le ocurrió lanzarse al Senado con atavío de bisonte y un desfile kirsch que pareció una fiesta bizarra de los Village People y en primera plana, este hercúleo conspiranoico trufado de tatuajes con sonrisa de porcelana haciendo tambalear los pies de la gran democracia americana y, a la vez, siendo la envidia de cualquier bebedor compulsivo de batidos de proteínas. Ya me dirán si un golpe de Estado aguanta de esta guisa. Existe el trumpismo con su turba del medio oeste que solo necesita un instrumento como en su día lo fue el interino Trump, pero la estampa viralizada de esta banda de atracadores en Carnaval da más risa que aprensión. La extrema derecha está ahí afuera, sí, y anda suelta con su particular desmadre a la americana. Un peligroso montapollos que solo se cuece en su propio jugo vestido de bisonte de gimnasio mientras juega a alunizar el poder o dice burradas en algunos chats de jubilados.

susana.martin@deia.eus