UANDO Arkaitz Rodríguez habla de "tumbar el régimen" para justificar el apoyo presupuestario en Madrid debe estar dando la razón a Aznar que, como reconocido gran visionario, ha visto la destrucción constitucional con la misma lucidez con las que se asomó a las armas de destrucción masiva. Un hombre que ve solamente desastre allá donde va y en cualquiera de sus etapas políticas y vitales no es nadie de quién fiarse. El tiempo siempre da la razón a todo lo que no dice descartando lo que dice solo por puro cenizo. El Congreso es un avispero de vetos estos días de debate presupuestario y donde unos más que otros vuelven a dibujar esas líneas rojas desteñidas ya desde el deceso del bipartidismo. El poliamor parlamentario es un escenario de múltiples posibilidades, pero basta que se dibuje un solo veto para que todo salte, sobre todo en lo moral. No es nuevo, pasó con Ciudadanos y Podemos escenificando sus torpedos cruzados cuando Sánchez aspiraba a esa línea de flotación que era Moncloa y ahora, en la cocina de todo el poder, unos presupuestos no deben salir adelante porque un partido incómodo les pone ojitos, gratis o con tajada. La mecánica democrática tiene estas cosas, el desmoche del régimen mientras apuntalas sus cuentas o que hable Aznar, como siempre, por ese bigote que percibe la destrucción por puro vicio. Unos vienen a sesgar el sistema, o eso dicen, otros, no hace falta ni que lo digan, no dan más que para sus propios sesgos.

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