O hay sexto que se salga del contexto. Así que más vale no confiar en Felipe VI, porque los antecedentes de su elegida familia no presagian nada bueno. Primero: solo hay que remontarse 200 años, cuando Fernando VII, el sexto Borbón rey de España, regía con poder absoluto, lo que le permitió el lujo de suprimir la Constitución de Cádiz. Déspota total, está considerado el peor monarca de la historia española. Segunda: le sucedió su hija Isabel II, lo que daría lugar a la Primera Guerra Carlista, ya que su tío Carlos de Borbón también pretendía el trono. La reina, promiscua como toda su familia, se exilió en Francia tras la revolución Gloriosa de 1868. Tercero: siete años después, la Segunda Restauración dio el cetro español a Alfonso XII, de nefasto recuerdo para Euskal Herria, pues él fue quien abolió los Fueros. Cuarto: su muerte prematura colocó en el trono el mismo día de su nacimiento a Alfonso XIII, quien antes de ver cómo las elecciones municipales de 1931 daban lugar a la Segunda República, cedió todo el poder para la instauración de la dictadura de Primo de Rivera. Quinto: 44 años después, Juan Carlos I accedió al trono que le regaló Franco; devolvió la democracia al país y evitó, no está claro todavía cómo, el golpe de Estado de 1981. Dicen algunos de sus conocidos que a partir de ahí se sintió intocable. Los hechos, por los que deberá ser juzgado, lo demuestran. Sexto: visto lo visto, ¿nos vamos a tener que fiar de Felipín?

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