MPIEZA la campaña electoral y Pablo Casado se da una vuelta por Muskiz con Iturgaiz después de estar el fin de semana con Núñez Feijóo en Santiago para volver a tierras gallegas el fin de semana. Por la cornisa cantábrica el presidente del PP apoyará a sus candidatos, lo mismo vayan a por la cuarta mayoría absoluta que directamente al desastre. En Euskadi, Casado abominará de los nacionalismos del diablo, hablará de ETA, de Bildu y los azufres de la política del averno. En Galicia abrazará la moderación del triunfo á feira y desplegará un catalógo de sonrisas a ritmo de muñeiras. Se anuncia acto con Arrimadas para calentar la coalición vasca que llevará a los dos partidos al precipicio y quién sabe si Álvarez de Toledo vendrá a poner la guinda en suelo vasco mientras en Galicia la esperan con el Sanytol. Como en el villancico, a Casado dan ganas de cantarle el "Dime niño de quién eres" y entre Bilbao y Coruña irá cambiando el tono del patrón entregado que a un candidato azuza a la confrontación y al otro le hace la pelota en una campaña donde conviven una gloria y una momia. Después de situar a Getxo en Gipuzkoa, vuelve Casado para hacer parada y fonda en Laredo y Noja, de camino hacia Feijóo y en el tracatrá Este-Oeste. Alguien debiera ofrecerle un buen hotel permanente en medio del éxodo de la nueva normalidad. Que en Madrid no hay playa.

susana.martin@deia.eus