EL PP está a punto de resucitar hasta a don Manuel Fraga. Políticamente, ya lo está haciendo. Carlos Iturgaiz y Carlos Urquijo, dos cadáveres políticos hasta hace unos días, vuelven a la agenda política e institucional vasca sin más mérito que -además de, eso sí, ser meritorios resistentes contra la barbarie de ETA, que ellos vinculan con todo el nacionalismo vasco- el de ser fieles españoles, su irreductible nacionalismo español impregnado en su radical animadversión al vasco y su igual de extremista ideología populista de derechas. Eso es Vox, dirán algunos. Claro, eso es exactamente su amigo Santiago Abascal, esa "excelente persona" -Iturgaiz dixit- . Y a eso vienen. El ahora candidato popular a lehendakari, hay que recordarlo una y mil veces, votó en el Parlamento Europeo en septiembre de 2018 junto a otros dos compañeros, y mientras el resto del PP se escondía y se abstenía, en contra de que la UE impusiese sanciones al régimen autoritario y protofascista de Viktor Orbán en Hungría. Carlos Urquijo, que sabe de desapariciones y regresos de la esfera política y que acumuló más de mil denuncias sobre el euskera y la bandera española, fue fulminado como delegado del Gobierno (segunda parte) cuando DEIA publicó una foto suya que probaba que mientras perseguía el top manta, no tenía cargo de conciencia alguno por comprar en él. Pero al fin y al cabo, todo eso al PP le da igual. Le basta y sobra que ambos Carlos hagan lo que Lázaro de Betania: levántate y anda. O así.