DICE Pedro Sánchez que el único objetivo de todos sus rivales es impedirle gobernar y lo señala como una denuncia porque el presidente en funciones protesta como protesta todo el mundo, por la subida del gasóleo, el billete de metro, el convenio o una hora menos de luz. El cambio de hora, como los disturbios en Catalunya o los cofrades de Franco al hombro con una momia nos vienen distrayendo de ese escenario que se barrunta allende las elecciones. Con un extrabonus para PP y Vox, Sánchez sale del armario como el gran valedor de la derecha o como el chapuzas nacional en jefe, ese que lanzó los dados a ver si así le cuadraba la gobernabilidad y quien va a acabar gobernando, al final, va a ser Franco. Yo a este Sánchez lo veo muy Francis y con cierta obsesión por enseñarnos al abuelísimo porque a base de juegos de azar va a terminar por cambiarnos el gobierno en el mismo pis pas que hemos cambiado la hora. Vox viene abonando votos en alguna encuesta junto a los cienes del PP y la izquierda está hecha un cuadro en medio del cabreo penínsular. Llega Halloween con la campaña electoral y esto, como los momios y poniéndome en plan tremendo, tiene muy mal color. Tras la exhumación y en lontananza, la votación más creepie que hemos conocido, donde un señor disecado será protagonista en los mítines gracias a la torpeza ajena y varios zombis se presentan a las elecciones, incluyendo el de Mingorrubio y Moncloa. Rip.susana.martin@deia.eus