SUS señorías salen caritas. Al margen del sueldo y los complementos por cargo, los diputados cuentan con diversas asignaciones en especie que nos cuestan un pico. Se acaba de conocer que solo el 25% -la mayoría de Podemos- ha rechazado la barik de 3.000 euros de la que disponen para desplazarse en taxi por Madrid. Se trata de una tarjeta personalizada, tipo monedero electrónico, con 3.000 euros al año, que los taxistas van descontando a medida que realizan los servicios. Además del bonotaxi, el Congreso paga a los parlamentarios el transporte en un medio público (avión, tren, automóvil o barco), así como los gastos derivados del aparcamiento en las estaciones de tren y aeropuertos. ¡El sueño de cualquier ciudadano! Sus señorías se han gastado otros 17,6 millones de euros en desplazamientos en territorio nacional en la anterior legislatura, lo que supone 50.287 euros de media por escaño. Por lo menos ya no tenemos expresidentes como Monago que viajaba a Canarias dos veces al mes a visitar a una amiga gratis et amore, con billetes que le sufragábamos todos cuando era senador. Pero a cambio debemos apoquinar los viajes en Falcon que hace Sánchez para asistir a conciertos. ¡Un dinerito, oiga! Eso sin olvidar otras muchas dietas o que les sirven un paquete tecnológico high class con un tableta iPad para jugar al candy crash, un teléfono iPhone para sus cosas y una línea ADSL en su casa.

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