Ayer tocó Miguel Ríos. Hoy les cambio de disco y me voy por Rubén Blades para tararear aquello de que la vida te da sorpresas, del estribillo de Pedro Navaja. Sorpresas, entendámonos, más aparentes que reales. Lleva uno el tiempo suficiente atendiendo a los eslóganes que lanza –cada vez con más empaque, hay que reconocerlo– el portavoz de EH Bildu en el Parlamento Vasco, Pello Otxandiano, como para que ya no le resulten novedosas las referencias a tipos otrora tachados de neoliberales como Mario Draghi. O al tibio socialdemócrata Stiglitz, que vale para un roto y para un descosido, incluso aunque esté por ver que alguna vez haya acertado en alguna de sus previsiones de futuro envueltas en papel de regalo. Del mismo modo, y aquí es donde me centro, que ya ha quedado bastante claro que uno de los caballos de batalla de la coalición soberanista de izquierdas será la eliminación de las competencias fiscales, por de pronto, de los tres territorios de la demarcación autonómica. Confieso que la formulación concreta de la frase recogida en los titulares me llevó a engaño. El enunciado era este: “No tiene sentido que en la era de la IA este país tenga tres Haciendas Forales”. La confusión estuvo en el acrónimo. No era IA de Izquierda Abertzale sino IA de Inteligencia Artificial. Pero ahí queda lo que de aquí a Lima es una propuesta recentralizadora contra la línea de flotación de nuestro entramado institucional y las singularidades fiscales de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. En plata, jacobinismo puro y duro que tira de argumentos calcados de los que esgrime Vox (o antes esgrimían las extintas UPyD y Ciudadanos) para reclamar una única fiscalidad en todo el territorio español en nombre de la igualdad. Nadie niega que, siendo el nuestro, como dice Otxandiano, un país pequeño, sea necesaria una sintonía en las normativas de las diferentes Haciendas. Creo que apenas habría que afinar más la que ya hay. Buscar la tabla rasa me parece muy peligroso.
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