La profecía se cumplió a sí misma. Las elecciones europeas se venían planteando como segunda vuelta o plebiscito y tal cual ocurrió… también en Euskadi, lo que provocó que buena parte del voto al PNV se desplazara, como ocurrió en julio de 2023 al PSE. En la misma carambola, la fidelidad del voto soberanista unida a su indudable tendencia al alza provocó el dato histórico: la victoria de EH Bildu en el conjunto de los tres territorios, lo que devuelve a Pernando Barrena al Parlamento Europeo.
Con todo, el PNV, jugando en el peor de los escenarios, ha conseguido lo importante: retener la representación en Bruselas y Estrasburgo para los próximos cinco años. El excelente trabajo de Izaskun Bilbao en las últimas tres legislaturas tendrá continuidad en la persona de Oihane Agirregoitia. Tiempo habrá para afinar en los análisis, pero parece precipitado interpretar los resultados en Euskadi más allá de las particularidades de los comicios de ayer.
En cuanto al estado español, todos contentos. El Partido Popular puede presumir de su victoria, con una subida de 9 escaños (porque en 2019 tuvo un resultado penoso), mientras que el PSOE, que empezó la campaña en el abismo, ha acabado muy cerca del empate, a dos escaños y cuatro puntos de los populares. Resultaba curioso el triunfalismo impostado tanto en Génova como en Ferraz, acusándose mutuamente de haber fracasado en sus objetivos y, si somos sinceros, teniendo razón unos y otros. Al final ha sido el empate del que tanto se habló al final de la campaña.
A la izquierda del PSOE, tampoco hay muchos motivos para la celebración. Sumar, como mucho, puede presumir de haber quedado por encima de su gran rival. Sin embargo, el resultado de la plataforma yolandista ha sido ramplón, en la línea que hemos visto en las últimas citas electorales. En cuanto a Podemos, pese a la alegría fingida de las reacciones, los números cantan: cuatro escaños menos que en 2019. También se confirma el declive.
Claro que lo más preocupante de todo lo que depararon ayer las urnas fue el nuevo salto de la extrema derecha también el estado español.
Vox ha conseguido seis escaños, dos más de los que tenía y, como guinda, el agitador ultra que atiende por ‘Alvise’ cosechó la friolera de 800.000 votos y se estrena nada menos con tres asientos en el Parlamento Europeo. Viendo el conjunto, el consuelo puede ser pensar que siguen siendo una minoría en relación al resto. Pero mucho ojo, porque en el estado francés, sin ir más lejos, el fenómeno ultra también empezó así, y ayer vimos como el partido de Marine Le Pen consiguió una victoria apabullante que llevó a Macron a un adelanto electoral relámpago. Eso, mientras las diferentes familias ultras del Parlamento han experimentado el temido crecimiento.