Cada cierto tiempo me tiro el moco de traer a colación la definición del puñetero Chesterton (o atribuida a él, vaya usted a saber) sobre mi oficio: “El periodismo consiste esencialmente en contar que Lord Jones ha muerto a personas que no sabían que Lord Jones estaba vivo”. La adaptación a las breaking news de las últimas horas es que el periodismo consiste esencialmente en citar en un titular de los gordos a la Comisión de Venecia dando por hecho que hasta el que reparte las cocacolas está al cabo de la calle sobre los intríngulis de tal organismo. Como cada vez me queda menos sentido del pudor, me cuesta muy poco confesarles que, hasta hace apenas unos meses, yo mismo no tenía ni pajolera idea sobre la existencia de lo que lleva por denominación oficial Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho y, bajo el paraguas del Consejo de Europa, se encarga de asesorar a los estados del continente en materia constitucional.

Ahí es donde vamos comprendiendo el objetivo de la visita que varios de sus integrantes rindieron a España a principios de febrero: se trataba de emitir un dictamen sobre el proyecto de ley de amnistía impulsado por el PSOE. ¿Y lo han hecho? Lo cierto es que todavía no. De momento, lo que hay es un borrador, de cuya lectura se desprende que los sesudos juristas europeos no se mojan ni debajo del agua. Vienen a decir que el asunto está creando una virulenta discusión política y que ellos ni quieren ni pueden dar la razón a ninguna de las partes. Luego, entran en ciertas consideraciones de pata banco que cada bandería han hecho suyas para vender su moto. Así, el Gobierno español difundió que la tal comisión avalaba la ley, mientras que la derecha mediática contó justo lo contrario. Escoja cada cual su versión más favorable.