Expresidente de Telefónica y antes de la Tabacalera recién transferida de las manos del estado a las de inversores privados que acaba de morir a los 78 años, ya alejado de la empresa: Fiel a su costumbre de darnos mucho jugo a la prensa, se ha permitido fallecer dos veces. La primera, por precipitación del plumilla que pretendió llevarse la exclusiva para que, unas horas después, hubiera que aclarar que, en realidad, permanecía ingresado en estado grave. La segunda, la definitiva y confirmada, ha dado pie a obituarios rezumantes de sacarina en los que se destacaba su capacidad para multiplicar el dinero, aunque se pasaba por alto que, al hacerlo, no le temblaba el pulso a la hora de adelgazar plantillas o externalizar servicios. Pero yo no diré nada, si hasta Lula lo ha despedido como un gran amigo. DEP