Caudillo en horas bajas del primer partido de la ultraderecha española: Su voz de trueno y sus sobreactuaciones hace tiempo que no nos convencen. Por mucho que asegure que ha adelantado casi dos meses la Asamblea Nacional de su formación para hacer frente de un modo más eficaz a lo que se empeña en llamar golpe de estado, a todos nos queda claro que los motivos son otros. De entrada, teme que el previsible fiasco en las elecciones gallegas podría llevarlo en una posición de debilidad al congreso inicialmente convocado para marzo. De propina, también es de dominio público que su directiva actual es una mala imitación del camarote de los hermanos Marx. Necesita hacer una limpia y quedarse solo con sus fieles -Buxadé, Garriga, Millán- para eternizarse en la poltrona. El declive ha empezado.