EXMAGISTRADO expulsado de la carrera judicial con deshonor: Lo que le quedaba después de haber sido condenado a seis años y medio de cárcel nada menos que por maniobrar para hundir la carrera de su colega Victoria Rosell era no tener el cuajo para presentarse por su propio pie en el centro penitenciario. Es tremendo ver una orden policial de búsqueda y captura a nombre de alguien que se dedicaba a impartir justicia. Supongo, con todo, que sabe que no tiene escapatoria. Antes o después –quizá hoy mismo– acabará entre rejas. No compartirán su destino las notables personalidades que lo acompañaron en la campaña de acoso y derribo contra la jueza Rosell, que ha escrito un texto con un título muy atinado: “Vergüenza de toga”.