El número mágico al fondo a la derecha no es el 7 sino el 155. Como estaba cantado, el decreto de la Generalitat para sortear la imposición del 25 por ciento de castellano en las aulas ha reabierto la cuestación para que el estado español requise las competencias educativas. Lean…

Porque esto es tan gordo, hiperventila Ramón Pérez-Maura en El Debate, como lo que llevó a algunos a la cárcel y a otros a la expatriación: "Lo que ha hecho esta Generalidad de Cataluña es tan grave como el golpe de Estado que dio Puigdemont. No habrá declarado la independencia durante ocho segundos, no, pero sí ha declarado la permanente insumisión frente a la Justicia. Y eso es el fin del Estado de derecho".

Luis Ventoso, subdirector del digital catolicón, escribe el guarismo sagrado sin que le tiemble el pulso: "Han hecho bien Vox y Ciudadanos en pedir la aplicación del 155, pues la razón jurídica está de su parte, y está tardando el PP en sumarse. De Sánchez no cabe esperar nada (es rehén de los insurrectos). Pero como siempre, lamentable el silencio de la intelectualidad española cuando unos políticos, para más señas de talante xenófobo, revientan la ley común a todos. En este país, donde se ha decretado la cacería de un Rey que a día de hoy no tiene nada pendiente en tribunales y se le impone una pena de destierro, asistimos impávidos a una rebelión en toda regla contra la justicia".

Dice Ventoso que ya está tardando el PP en sumarse. No es el único que echa de menos a los genoveses al frente de la petición. Iñaki Ellakuria (El Mundo) pone el nombre de líder del partido en el titular de su pieza: "Feijóo y el 155". La miga está en el último párrafo: "La obscena exhibición de que han hecho hasta ahora lo que les dio la gana, sin que ninguna de las sentencias en defensa del bilingüismo haya sido aplicada como norma general, y de que creen que seguirán burlando la Justicia. Tal desobediencia anunciada interpela al TSJC para que actúe contra la rebelión, como invita a Feijóo a comprender que, si llega alguna día a La Moncloa, solo podrá solucionar esta anomalía española aplicando el pedagógico artículo 155".

Sin mentar los tres dígitos, el editorialista de El Español, o sea, Pedro J. Ramírez, apunta a lo mismo: "Ya ha pasado el tiempo de las expectativas naif. Se impone la necesidad de una respuesta judicial firme que impida a la Generalitat seguir riéndose de los catalanes castellanohablantes, de la ley, de la separación de poderes y de los tribunales". Por lo menos, lo deja en respuesta judicial.

Casi tanto como el decreto, al editorialista de ABC le irrita que en Moncloa no se den por aludidos: "No consta que el Ministerio de Educación vaya a recurrir la ilegalidad flagrante de ese decreto, y menos aún su inconstitucionalidad. De nuevo la Generalitat se sitúa en rebeldía frente a los jueces, frente al Estado, y frente a mandatos constitucionales transparentes. No es de recibo esta inacción del Gobierno, como tampoco lo sería que en los próximos días el Tribunal Superior catalán no tome nota de esta desobediencia de facto y ordene ejecutar la sentencia en sus justos términos".

El resumen y corolario lo aporta Francisco Marhuenda en La Razón. Los soberanistas tienen cogido justo por ahí a Pedro Sánchez: "Es una reacción que se corresponde con la debilidad del Gobierno socialista comunista. La huelen, como buenos depredadores, y actúan en consecuencia. ERC y JxCat solo entienden la firmeza, porque cualquier otra actuación solo sirve para reafirmarles en su objetivo prioritario de destruir España y lograr la independencia".

Avisos al navegante Feijóo

En las líneas de arriba ya han podido ver un dedo admonitorio dirigido a Feijóo. La diestra mas diestra está inquieta por el desvío al centro del mesías gallego. Lo de ponerse blandito no funciona, le grita al gallego Federico Jiménez Losantos desde su atalaya en El Mundo: "Las elecciones se ganan como lo hace el Real Madrid: ganándolas. Ayuso, madridista genuina, lo demostró hace un año. Pues en Castilla y León, por intereses bastardos -apropiarse de victorias ajenas-, y también por manías de partido, se hizo lo contrario: no recurrir a las ideas sino a las encuestas para «orientar» el voto. En la primera semana nos dijeron lo de ahora: hay mayoría «suficiente para gobernar en solitario». Nadie confiesa que «suficiente» sólo es la mayoría absoluta; lo demás serían complejos de Vox, que no los tiene. O se respetan sus votos y escaños o no votará un gobierno en el que no estén. En la última semana nos asustaron: ¡puede ganar la izquierda! Y, al final, claudicaron ante Abascal".

Miquel Giménez (Vózpopuli) también echa las muelas por las carags de profundidad del candidato del PP en Andalucía contra Vox: "Moreno Bonilla no puede cerrar los ojos ante un partido que va a incrementar su presencia en el parlamento andaluz de manera brutal, que es la tercera fuerza en el congreso delos diputados, que es una formación con la que gobierna en Castilla y León y que, le guste o no, está ahí para no marcharse. Frases como que podría repetir elecciones no ayudan al cambio iniciado en Andalucía que debe proseguir para bien de esa región, así como para el de España. Porque Feijóo, Moreno y todo el PP pueden irse a dormir pero, cuando despierten, Vox seguirá ahí. Ayuso lo sabe muy bien".

Y usando menos palabras, José María Carrascal lanza una advertencia idéntica. El buen camino es el de la derecha-derecha: "Espero que ni Juanma Moreno ni Alberto Núñez Feijóo caigan en trampa tan burda. El mayor peligro para España no es Vox, sino el Frankenstein de Pedro Sánchez, que parece listo para el desguace. Él va a hacer todo tipo de simulaciones y amaños para mantenerse. Sólo le queda, tras engañar a la izquierda y los nacionalistas, engañar a la derecha".