USKADI cuenta con una nueva Ley para la Igualdad de Hombres y Mujeres que incidirá, por razones obvias derivadas de la naturaleza de las situaciones de desigualdad, en medidas que protejan, impulsen y consoliden equilibrios en el papel de la mujer en la sociedad vasca. Pero la norma encara además, desde su enunciado, la necesaria preservación de la calidad de vida de las mujeres frente a la violencia machista, que en el plazo de las últimas 24 horas se ha cobrado otras dos vidas de mujeres en el Estado. Esa es una realidad objetiva que no cabe cuestionar desde la retórica. Las mujeres, incluso en sociedades que nos consideramos avanzadas y respetuosas de los derechos y libertades, sufren una violencia específica que requiere de contundencia en su prevención, sanción y reparación. En estos aspectos incide la nueva ley vasca, que es pionera en la asunción de mecanismos reparadores desde los poderes públicos ante la evidencia de que, en demasiadas ocasiones, las exigencias de esa naturaleza emanadas de procedimientos judiciales -indemnizaciones, pensiones, etc.- no se garantizan por su mero enunciado. Igualmente, se establecen mecanismos para propiciar la formación, el incremento de la representación femenina en ámbitos de toma de decisiones, accesibilidad a la contratación pública y ayudas económicas Todo ello compone un cuerpo legal cuya aplicación se encamina a consolidar una sociedad vasca en la que los derechos y la accesibilidad a la calidad de vida no esté cuestionada por razón de género, mucho menos por la victimización a la que las mujeres se ven sometidas en demasiadas ocasiones a manos de abusos de naturaleza machista. el respaldo socipolítico a esta formulación ética es superior incluso al ya de por sí potente que refleja la votación en la Cámara de Gasteiz (dos tercios de los parlamentarios a favor -PNV, PSE y Elkarrekin Podemos- y solo un voto en contra, de Vox). El compromiso con la igualdad requiere una hoja de ruta en constante actualización porque la construcción, aplicación y extensión de derechos no tiene techo en tanto la sociedad transforma sus usos y costumbres y aparecen ámbitos nuevos. Por ello, la nueva norma, que sustituye a la vigente desde 2005, alcanza aspectos no previstos entonces y en el futuro será mejorada, sin duda, con otros nuevos. No es tiempo de abstenerse de ese camino sino de construir igualdad.
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