L Parlamento Vasco rechazó ayer la pretendida reprobación de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, animada por EH Bildu y secundada por PP-C's y Elkarrekin Podemos. La iniciativa resulta tan extemporánea a la luz de los hechos en este mes de mayo que debió caer por su propio peso. Sin embargo, el debate de ayer en la Cámara de Gasteiz retrata un lamentable estado de cosas, inspirado quizá por el uso populista de los mensajes relacionados con la pandemia en otros lugares del Estado, con el que la prioridad de las fuerzas de oposición en relación al covid-19 ha dejado de ser -si alguna vez lo fue- afrontarla con eficiencia y se ha entregado a un triste mercadeo de la inquietud ciudadana. El ruido alimentado en el debate de ayer careció de la menor concreción argumental y se limitó, por parte de los partidos de la oposición, a intentar construir un estado de ánimo negativo hacia la gestión del departamento de Salud obviando el modo en que la evolución de los acontecimientos ha ido desmintiendo sus posturas y mensajes previos. EH Bildu, no hace sino aplicar la estrategia ya explicitada en su último congreso, consistente en el acoso y derribo del gobierno de Iñigo Urkullu en Euskadi mientras practica el silencio, cuando no la adhesión gratuita, al de Pedro Sánchez en Madrid ante las mismas circunstancias. Se suma, la dificultad de Elkarrekin Podemos para dibujar una posición propia a la vez que gobierna en el Estado; le condena al seguidismo y la superficialidad en un asunto en el que se ha pretendido inflar la anécdota de un puñado de dosis de vacunas puestas al margen del criterio, que ya fue resuelta en horas con el cese o dimisión de sus protagonistas. Igualmente reconocible es la actitud del PP-C's porque es un calco de la que esgrime en Madrid. Por el camino pretende enterrarse que la estrategia del Departamento es la que ha propiciado que la vasca sea una de las comunidades autónomas que traccionan de la media de vacunación e inmunización del Estado en estos momentos, al situarse por encima de ella; que los vacunados en enero y febrero no han padecido retrasos en sus segundas dosis, como ha ocurrido en otros territorios; y que la insistencia en el rigor de los controles no se ha visto acompañada en ningún momento y, bien al contrario, se ha intentado orientar el debate hacia el "modelo policial". Alimentar el malestar, la inquietud, para exprimirla en beneficio propio.