N condiciones normales -lo que podríamos llamar la vieja normalidad-, Bilbao estaría inmerso desde hoy, con el lanzamiento del txupin y el regreso de Marijaia, en la Aste Nagusia, sin duda el evento más multitudinario, participativo y querido no solo de la capital sino de toda Bizkaia. Este año, sin embargo, no hay Aste Nagusia. Al igual que en las otras capitales vascas y en el resto de pueblos y ciudades de Euskadi, en Bilbao no hay fiestas, no hay actos en las calles y plazas ni en hoteles y otros recintos, no hay txosnas, no está Marijaia. La pandemia de covid-19 está condicionando nuestra vida, de arriba abajo. De ahí que Euskadi se encuentre en emergencia sanitaria. Y la Aste Nagusia no podía ser una excepción. Al contrario, la no celebración de las fiestas -una decisión "triste y dolorosa", pero "responsable", en palabras del alcalde, Juan Mari Aburto- es un claro exponente de la grave situación sanitaria que vive la sociedad vasca a causa del coronavirus y un ejercicio de responsabilidad que debe ser colectiva. Las escalofriantes cifras de afección del covid-19 no pueden ser más elocuentes -con récord de contagios en un solo día en toda la pandemia, incluidos los momentos del duro confinamiento, con 724 casos, aunque después de haber realizado también más PCR que nunca, con 9.121 pruebas-, lo que obliga a extremar todas las precauciones para evitar agrupaciones y aún más las aglomeraciones. En este contexto, Bilbao no solo ha anulado la Aste Nagusia, sino que, con el acuerdo de todos los grupos políticos del Ayuntamiento, ha decidido no autorizar ningún acto, función o actividad colectiva en la vía pública con el objetivo de prevenir posibles agrupaciones de personas. Asimismo, y en consonancia, el Consistorio ha suspendido todos los actos organizados entre hoy y el próximo día 30 dentro de su programa Uda 2020, y ha obligado también a Bilboko Konpartsak a cancelar su programación paralela, Aste Nahasia. No es momento de fiestas, sino de responsabilidad, de cuidado, de mantenimiento estricto de las medidas de prevención y de actuación establecidas por las autoridades sanitarias para frenar la preocupante curva de esta segunda ola que vuelve a amenazar nuestra salud y nuestra vida. Tiempo habrá, si las circunstancias lo permiten, de celebrar como siempre la Aste Nagusia y, con ella, la victoria frente a la pandemia. Está en la mano de todos y todas.