L abandono por los sindicatos ELA y LAB, que representan a más de la mitad de los asalariados vascos, de la Mesa Económico Social en la que Gobierno vasco, diputaciones, cámaras de comercio, empresarios y sindicatos intercambian información, opinión e ideas para afrontar las consecuencias de la pandemia en la economía y el empleo causa más sorpresa por la justificación utilizada que por el hecho en sí de la ruptura de ambos sindicatos con un, otro, ámbito de diálogo. Aun siendo cierto que no se puede reprochar a ELA y LAB por el desarrollo de una estrategia sindical cuyo refrendo o no -como ya se ha comprobado en algún caso concreto- únicamente corresponde a sus afiliados, la reiteración de la deriva hacia la confrontación y la negativa a participar en foros de diálogo y negociación no parece destinada a abonar otra cosa que la conflictividad social, ya anunciada con la convocatoria de huelga general del último 30 de enero, en periodo preelectoral. De ahí que en la justificación esgrimida por ELA y LAB de que la Mesa Económico Social se limitaba a un "foro meramente informativo" con un "uso propagandístico" por parte del Gobierno vasco se intuya asimismo que el pretexto sindical de la decisión tiene sin embargo un fundamento electoral aunque el ámbito laboral se esgrima como fin último al que va dirigido el posicionamiento político, y en consecuencia no sería asimismo ajeno a la propaganda. Ahora bien, lo que deberían cuestionarse los dos principales sindicatos abertzales es si su ausencia de la Mesa, aunque esta sirviera solo para recibir información pormenorizada y exponer sus propios puntos de vista, al igual que su reiterada negativa a participar en el Diálogo Social, beneficia o perjudica a los trabajadores vascos cuya representación pretenden. A todos, tanto del sector público como del privado. Sobre todo en una situación como la actual que exige, más que nunca, aunar esfuerzos. Porque los 199.599 empleados de 26.994 empresas afectados por un Expediente de Regulación Temporal de empleo (ERTE) , las previsiones de una caída del PIB hasta por encima del 6% y el esfuerzo que se ha venido exigiendo y aún se exige a la gran mayoría de la sociedad vasca no parecen recomendar planteamientos de acción sindical que pudieran llevar a equívocos sobre sus fines.