NA jornada más, y van demasiadas, el Athletic se quedó con las ganas. Acarició el resultado que fue a buscar a La Cerámica y terminó firmando un empate que nada le resuelve. Fue una tarde de altibajos, en ambos bandos, y diversas alternativas que se tradujeron en una elevada cantidad de situaciones de gol, más en la portería de Asenjo. El repaso de las mismas conduce a la conclusión de que el Villarreal se retiró a la ducha aliviado porque flirteó en demasía con la derrota. Si esta reflexión se da por buena, por lógica desde la perspectiva rojiblanca habrá que admitir que el duelo dejó flotando una sensación frustrante.

Seguro que el equipo de Marcelino pudo hacer mejor su trabajo en una cita señalada en estas fechas decisivas: un duelo directo que otorgaba la posibilidad de escalar una posición y colarse en zona continental por vez primera en la temporada si se descuenta el inicio del campeonato, cuando el puesto es intrascendente. No obstante, con el nivel ofrecido debería haberle alcanzado para resolver a su favor, pero para variar se vio lastrado por la ausencia de claridad en la finalización. Entrados en el mes de abril, qué más puede comentarse ya en torno a una problemática a la que recientemente se aludía en estas páginas con el término "monotema". También se podría recurrir a "el pan nuestro de cada día", "si no quieres taza, taza y media" o cualquiera de las múltiples expresiones con las que se quiere describir una tónica tan dilatada en el tiempo que hasta provoca desconcierto, más que enojo.

Hay quien busca consuelo en la producción de acciones de peligro, pero cuesta creer que ante semejante contumacia en el error no exista ningún remedio eficaz, lo cual induce a pensar que probablemente no se hayan explorado convenientemente todas las opciones para que en el Athletic la salsa del fútbol deje de ser un bien tan escaso. Ayer se contaron no menos de una decena de ocasiones, que no es moco de pavo en una cita lejos de San Mamés, sin embargo fue precisa la intervención del VAR para que una subiese al marcador.

Sí, el equipo estuvo cerca del objetivo y para ello, además de su empeño, influyó la particular circunstancia del Villarreal, que está muy liado con la Champions. Es innegable que el partido nació condicionado por la radical apuesta de Unai Emery, que se atrevió con una alineación completamente distinta al que empleó el jueves. No se recuerda que en un cruce con un adversario de igual categoría, un técnico escogiese once hombres diferentes a lo habitual. Pues ocurrió y estuvo a punto de costarle caro al anfitrión. Lo disimuló durante casi media hora de juego insulso, una especie de control o iniciativa huérfana de filo, al que el Athletic replicó con orden y paciencia, si bien en sus turnos no dio pie con bolo. Sin previo aviso, De Marcos se transformó en ariete y dio un primer susto que trajo en cadena tres más y el premio consiguiente.

Dio la impresión de que ni siquiera hubo que arriesgar o forzar la máquina para que aflorasen las carencias del Villarreal B, que regresó del descanso aún aturdido. En esa fase se echó de menos un paso delante de los rojiblancos. Era el momento de asegurar el triunfo, mientras en la banda calentaban los titulares de Emery. Se incorporaron con empate, en quizá la única jugada ligada profunda del cuadro local, y la tranquilidad se tornó inquietud. Simón sacó dos envíos que se colaban, el encuentro se aceleró y hasta la conclusión se asistió a un carrusel de idas y venidas que prometían deshacer las tablas.

Marcelino y Emery refrescaron las delanteras y un rato después se preocuparon de aportar mayor solidez en la zona ancha. El desenlace estaba en el aire, pero de nuevo, al igual que en el primer acto, gran parte de las oportunidades correspondieron al cuadro visitante. Más poderoso y vertical, estableciendo un fuerte contraste con esa forma de masticar la jugada tan característica del submarino amarillo, el Athletic lo tuvo todo de su parte para liquidar el asunto. Lo dicho, sin suerte o sin acierto, al gusto, se fue forjando el enésimo reparto de puntos, un destino que viene a ser una vía muerta en términos clasificatorios. Malo para los unos y para los otros, pero en la comparativa sale peor parado el Athletic. Al fin y al cabo, jugó para ganar y la victoria poseía una significación superior porque su balance depende exclusivamente de lo que saque en limpio en la liga. Quizá el Villarreal esté en idéntica tesitura a la vuelta de Munich, pero hasta entonces relativizará el valor del episodio de ayer.