MAL partido en una noche de lo más revuelta que costó la derrota. El Athletic no acertó a gestionar las diversas situaciones que se fueron sucediendo, donde casi siempre se reflejó con mayor nitidez la gran necesidad que embargaba al Mallorca, que lleva meses tratando de huir de la frontera del descenso. Esas urgencias terminaron revelándose determinantes para deparar un final muy frustrante para los rojiblancos. Estos creyeron que con un par de minutos de máxima inspiración, apabullantes, bastaría para compensar todo aquello que dejaron de hacer o que hicieron de manera deficiente durante amplias fases y el fútbol les penalizó con un tropiezo que escuece por las formas e interrumpe una serie de actuaciones que auguraba continuidad.
Marcelino volvió a agitar la plantilla y a la tercera, tras los éxitos ante Rayo y Espanyol, la fórmula no cuajó. Hubo menos novedades de salida, pero cambió medio equipo y esta vez el resultado no fue el pretendido. Desde un inicio se comprobó la incomodidad de un Athletic que sin embargo pudo incluso cobrar ventaja. Se asistió a una especie de contagio de los nervios locales, a un sinfín de imprecisiones y decisiones erróneas en ambos bandos que no presagiaba nada bueno, la verdad. Y en efecto, del desbarajuste se benefició el Mallorca, más despierto en las acciones profundas.
Las mejores imágenes del Mallorca - Athletic. Fotos: EFEFue incapaz el Athletic de gobernar el duelo, una posibilidad a la que tampoco opositó su rival, y cuando el criterio y la serenidad no comparecen todo es posible, hasta encajar dos goles en sendas acciones perfectamente evitables sin que nada hubiese sucedido previamente. Lo fácil es colocar en el centro de la diana a futbolistas concretos que se vieron implicados en las jugadas que subieron al marcador, pero la responsabilidad fue colectiva. No cabe duda de que Nuñez quedó señalado, sus carencias anoche fueron palmarias y por si alguien no se hubiese dado por enterado, el entrenador se encargó de dejarlo claro: en el descanso se quedó en la caseta. Dos meses sin competir pesaron como una losa en el central, podía afirmarse que no entró en el partido. Estuvo muy fallón, aunque no es menos cierto que la mayoría ofreció un nivel por debajo del aprobado.La reanudación fue diferente, jugar peor era imposible, si bien dio la sensación de que más que espabilar el Athletic, que sí lo hizo, el Mallorca bajó sus prestaciones. El miedo a perder de los que sobreviven en la cola suele pesar como el plomo. Las posesiones adquirieron sentido, Zarraga agradeció moverse por la franja central, Yuri intimidó por su ala, Sancet siguió dejando intervenciones interesantes y de todo ello se aprovechó Raúl García para explotar su alma de ariete. Un minuto después a la salida de un córner, Rico permitía que el balón llegase al césped en el área pequeña y Berenguer, víctima de un penalti de libro, se las arreglaba para meterlo a la red mientras caía arrastrado por su marcador.Pero ya se ha comentado que los chicos no tenían el día, pues de lo contrario cuesta entender que no se valiesen de una reacción tan impactante para culminar la remontada. De hecho, el Mallorca asimiló mejor el empate. Despertó de su letargo y tiró hacia arriba, se supone que impulsado por el amor propio. Quizá pensó que con un único punto no le valía o sencillamente no pensó, fue a por el triunfo y este le sonrío. El gol que decantó la balanza fue un compendio de lo que fue el choque. Le pilló al Athletic con el culo metido en su portería porque nació de un córner corto, un "gilicórner" que se dice, que nadie supo interpretar. Unos se quedaron mirando, otros estaban más pendientes de guardar la posición, bueno, la cosa es que el remate a bocajarro y sin apenas ángulo de Take fue a golpear en la madera y luego en la nuca de Simón para traspasar la línea. Y esto a escasos segundos de noventa. El gigante Muriqi, nuevo héroe de la isla, armó el taco, como en el 2-0, y dejó al Athletic con un semblante de circunstancias, consciente de su culpabilidad. La cara de Marcelino no era menos elocuente. Estaba quemado, con razón. Ayer lunes su equipo olvidó la consistencia de que venía haciendo gala, por momentos se dejó avasallar por un adversario al que se le vieron las costuras y sin embargo, en medio del descontrol, se erigió en justo vencedor.
Lo fácil es colocar en el centro de la diana a futbolistas concretos la responsabilidad fue colectiva. No cabe duda de que Nuñez quedó señalado: en el descanso se quedó en la caseta. Estuvo muy fallón, aunque no es menos cierto que la mayoría ofreció un nivel por debajo del aprobado.La reanudación fue diferente, jugar peor era imposiblel Mallorca bajó sus prestaciones. Las posesiones adquirieron sentido, Zarraga agradeció moverse por la franja centraYuri intimidó por su alaSancet siguió dejando intervenciones interesantes y de todo ello se aprovechó Raúl García Berenguer, víctima de un penalti de libro, se las arreglaba para meterlo a la red
El gol que decantó la balanza fue un compendio de lo que fue el choque.Athletic con el culo metido en su portería"gilicórner"r. Unos se quedaron mirando, otros estaban más pendientes de guardar la posiciónsin apenas ángulo de Take fue a golpear en la madera y luego en la nuca de Simón para traspasar la línea. El gigante Muriqi, nuevo héroe de la isla, armó el taco, como en el 2-0, y dejó al Athletic con un semblante de circunstancias, La cara de Marcelino