Y sí, se sabe uno lo de la sabiduría de la rectificación, pero también llevo las suficientes renovaciones de carné para discernir cuándo una enmienda es, en realidad, un grosero bandazo más de quien se maneja a golpe de puñetera ocurrencia. Por lo demás, me parece de cine que haya imperado la cordura y, en efecto, se vaya a permitir que los churumbeles den paseos en lugar de la soplagaitez de acompañar a sus progenitores a esa guerra en que se ha convertido la compra. Lo que ni es de recibo ni cuela es que haya habido nueve horas de diferencia entre el pomposo anuncio inicial y el giro de 180 grados. Anoto que es la segunda vez en diez días en que el ministro Illa, un tipo que tengo por muy serio, sale a desmentir al cien por ciento a la portavoz de su gobierno. Uno de los dos está de más, salvo que sea estrategia.