A recuperación de todos los hábitos perdidos por el terrible diluvio de la pandemia lleva paso de procesión, cadencioso y lento pero siempre hacia adelante. Es lo que acaba de ocurrir con la inmediata celebración de Ibilaldia, organizado en esta ocasión por las ikastolas Ander Deuna, de Sopela, y Betiko, de Leioa, un año después de la supresión del año pasado, cuando la reivindicación del euskera se quedó en stand by como tantos y tantos proyectos.

Aún no volverá la tradicional peregrinación, pero sí se ha marcado una ruta en la que hay definidos unos puntos fijos y concretos para quienes deseen participar en la izada de la bandera en defensa de la lengua de Aitor. Es, como les decía, un paso más allá de lo no vivido hace ahora un año, por mucho que aún no se celebre, como acostumbraba, una fiesta en el camino. A tiro fijo, el personal euskaldun podrá acercarse a la ubicación señalada y celebrar en cada hito la fiesta que acostumbraba a celebrarse en marcha. Digamos que el motor está reparado, pero que aún no tiene la potencia suficiente para hacer camino.

Todo se celebrará bajo el lema Kalakalata!, un llamamiento a mojarse con y a favor del euskera. Para la participación se requiere una inscripción previa como salvaguarda de seguridad, algo propio de estos tiempos. Quienes mantengan la ilusión de sumarse a la caravana euskaldun e inédita han de saber que los cuatro puntos señalados -de los que uno no podrá desplazarse...- se han organizado a partir de los nombres y características de los cuatro elementos básicos de la naturaleza: fuego, agua, viento y tierra, como si el euskera fuese un fruto de la propia naturaleza vasca. No será, eso sí, un encuentro estático. No en vano, los participantes en esta cita de altos vuelos unirán con irrintzis los ocho kilómetros que separan las ikastolas Ander Deuna y Betiko. Por los cielos de Bizkaia soplarán vientos de reivindicación.