N reto es algo que te pone a prueba, una dificultad que te pones como objetivo, como, qué sé yo, correr tu primera maratón o leer Guerra y Paz. Puedes retar a un oponente o a ti mismo, por ejemplo, durante una competición de apnea. Un desafío es, sin ir más lejos, el siguiente partido que le aguarda al Athletic a la vuelta de la esquina, la segunda curva de herradura del campeonato -la primera, recordémoslo, fue la visita del Barcelona a San Mamés...- que le espera en el Wanda Metropolitano. Quienes se ganan la vida a base de duelos -los futbolistas, sin ir más lejos...- saben que el desafío forma al triunfador. Y que no cabe desafío sin riesgo al fracaso, pues el éxito y el fracaso son un tejido de la misma textura.

El Athletic que ha comenzado la temporada con buena mano para los resultados se prepara ahora ante un reto más exigente aún. Todos lo son en un campeonato igualado como el presente pero el Atlético de Madrid es un equipo duro de roer que te desafía a uno de esos duelos "que te ponen", según dice el argot de la calle.

El fuego que aviva las posibilidades de cada cual en este tipo de duelos es el estado de ánimo. Y esa buena mano rojiblanca de la que les hablaba es una baza poderosa, un martillo de Thor para derribar dificultades. ¿Acaso hubiese dicho Raúl García que le gusta intentar ir al Wanda para ganar y después vacilarles un poco, si el Athletic arrastrase, qué sé yo, un saco de cuatro derrotas? Es el ánimo el que despierta ese espíritu dispuesto a la batalla a campo abierto. Y no cabe duda que el Athletic cabalga ahora sobre una ola de optimismo. Fe que derriba montañas.

Viajan los leones a la capital con la certeza de que les aguarda una pieza de caza mayor. Han demostrado, a lo largo de estas cuatro jornadas, que su especialidad es el camuflaje. Los hombres de Marcelino son eficaces, muy eficaces, en ocultar su guarida y lanzarse al zarpazo tras el robo en tierra hostil (las zonas más protegidas del rival donde los leones se han mostrado como los más certeros en la caza del balón...), sin quedarse al descubierto. Al menos lo han sido hasta ahora. El riesgo de Madrid es ese: adelantarse para salir de caza y dejar tierra libre atrás. No es un pecado cometido hasta hoy, pero los colchoneros no son unos cualquiera. El reto crece.