O moló nada la polémica sobre el 8-M. Ni la pretensión de que no hubiera movilizaciones, ni de que las hubiera sin control. Al final, la lógica gestó una reivindicación razonable de las mujeres en la calle y en sus pueblos. Así que no mola tampoco que al 1 de Mayo le salpiquen de lo mismo. Pero hay quien solo ve en el 1 de Mayo la fiesta de la élite sindical y quien solo ve la necesaria lucha por la dignidad de los trabajadores. Sus relatos se construyen para chocar. No podemos obviar la pandemia para tonificar el músculo sindical; no podemos obviar la función socioeconómica de los sindicatos para eludir su visibilidad. Perdemos credibilidad si anteponemos relatos los hechos. Por ejemplo, a ese 70 a 79% de brotes covid en ámbito laboral que denuncian varios sindicatos se llega contando la educación, la sanidad, la atención social, etc., como si la vida solo fuese ámbito laboral. Los centros de trabajo -el tajo, la oficina, etc.- sumaron entre octubre y enero pasados en Euskadi 197 brotes con 1.207 contagios. Un 23,3% y un 12,4% del total, respectivamente. Y es el ámbito con menor tasa de contagios, con 6,1 por brote, frente a los 6,2 en los centros educativos -donde sí hay trabajadores, pero también alumnos trabajadores y otros menos- y los 10,8 de cada brote vinculado a nuestra vida social. Necesitamos combatir al virus en todos ellos con hechos, no con relatos.