INALMENTE, los presupuestos vascos se aprobarán con el respaldo de los partidos del gobierno. No sé si es lo más deseable, pero sí lo más previsible porque lo habíamos visto y por activa y por pasiva: al gobierno no le hacía falta la oposición y a esta no le interesaba sumarse. Cada cual en su papel. Es más cómoda la enmienda a la totalidad para visibilizar que el proyecto de país propio de los que no gobiernan sigue ahí, esperando su oportunidad. En la práctica, la más sincera en este juego ha sido Miren Gorrotxategi cuando ha dicho en las páginas de este periódico que su prioridad es cambiar el modelo de país y no intentar convencer a nadie de que está por llegar a acuerdos con la mayoría que gobierna. Con independencia de las circunstancias propias de Elkarrekin Podemos, que viene de pactar los anteriores presupuestos y de laminar por ello a su propia dirección, lo que también ha acabado haciendo quimérico que se repitiera el acuerdo. Es incuestionable el derecho de cada formación política a preservar lo que considera sus esencias diferenciales. Pero EH Bildu o el PP pueden ser alternativa aunque asuman la prioridad del momento crítico y la voluntad de consenso no pasa por suplantar el modelo de país que las urnas han apoyado mayoritariamente. Hay enmiendas a la totalidad que se disfrazan de propuestas para el acuerdo.