La multinacional Amazon invertirá 15.700 millones de euros en diez años en sus centros de datos de Aragón. El impacto en la economía de la zona y el beneficio que acarreará en forma de puestos de trabajo y desarrollo es innegable. Hoy podríamos preguntarnos, por ejemplo, qué desarrollo habría tenido una ciudad como Gasteiz sin la llegada de Michelin o Mercedes. Ambas compañías eligieron en su día la capital alavesa en base a unas directrices estratégicas. Amazon irrumpe en el siglo XXI con una nueva visión: escoge a Aragón por su brutal desarrollo energético que produce ya por encima de lo que necesita su población. Y eso es lo que busca la multinacional, que la ingente energía que va a tener que consumir en el desarrollo de sus bases de datos provenga de energías renovables. No estoy muy de acuerdo con esa frase que dice que ‘el tren solo pasa una vez’. Pero sí que no pasan diez. En Euskadi seguimos enrocados en apostar por la implantación de molinos de viento en los montes sí, pero en el del vecino; y fotovoltaica, sí, pero en el pueblo de al lado. En el debate y la defensa de lo nuestro hemos dejado de ser corresponsables con el bien común y olvidamos con demasiada facilidad que no se trata del planeta que queremos para el año que viene, sino el que deseamos dejar para nuestras hijas e hijos. La vigilancia y la defensa de lo propio para preservar la esencia de nuestra geografía es fundamental, pero debe ser también garantía de desarrollo sostenible. Y, mientras el conflicto se perpetúa en debates infinitos e imposibles en muchos casos, seguiremos escuchando eso de ‘energías renovables sí, pero de otra manera’ . Si no hay modo de ceder por ambas partes no habrá posibilidad ni desarrollo. Si no, que se lo pregunten a Aragón.