Sí, es verdad que jamás un paseo en barco de unos millonarios -“prematuros”, según precisión de Bielsa- había tenido tanta atención. Que sí, que fue una bilbainada. Un millón. Niños y niñas sin clase. Viejos sin partida ni poteo (el habitual). Comercios, bares y restaurantes fuera del área -perdón por el símil futbolístico-, cerrados. Toneladas de mierda en el suelo y en la Ría. Alcohol a raudales, también entre los deportistas. Oficinas y fábricas paradas. Transporte a punto de colapsar. La vida ciudadana al garete. Sí. Pero después de tantas veces que nos han quitado lo bailao, ahora por fin que nos bailen lo quitao.