Dan ganas de salir corriendo del Parlamento Vasco en un pleno de política general. Por momentos parece que en Euskadi viviéramos en una caverna húmeda, oscura y sucia a la que solo le falta la llegada de los cuatro jinetes del Apocalipsis para que la fiesta sea completa. Valoren ustedes: “Vivimos en una Euskadi sin rumbo”, Ciudadanos; “La acumulación de competencias que ustedes han conseguido las han utilizado única y exclusivamente en beneficio del PNV y no de los vascos”, Vox; “Miles de alumnos dominan mal tanto el castellano como el euskera”, Partido Popular; “La ciudadanía experimenta en su piel el desmantelamiento de la atención primaria”, Elkarrekin Podemos; “Las renovables van despacio”, EH Bildu. Ni siquiera fue un consuelo este pasado jueves el PSE, socio de gobierno: “Lehendakari, usted sabe que no todo ha sido perfecto. El Gobierno vasco ha tenido aciertos y errores pero siempre con vocación de servicio”, dijo Eneko Andueza. Menos mal, con un matiz. El Ejecutivo de Urkullu ha tenido esos “aciertos y errores” pero los departamentos del Gobierno liderados por los socialistas son cosa aparte: “Puedo decir con orgullo y sin caer en falsas complacencias que hemos logrado dar respuesta a las demandas que nos exigía la ciudadanía”. Ni todo está tan mal ni todo va fenomenal. Pero el debate debe ser realista. Así, lamentar la falta de reducción de emisiones o el escaso desarrollo de las energías renovables –caso de EH Bildu– mientras se desarrolla una férrea política de oposición y crítica en los ayuntamientos que se gobiernan convierten la argumentación en ciencia ficción. La oposición recrimina al lehendakari que se sienta víctima de una persecución cuando se le critica. Tampoco ninguno de los partidos de la Cámara asume que sus mensajes contribuyen a la desazón de la sociedad. Consejos vendo pero para mí no tengo.