HAY cosas que no se pueden decir. Ni siquiera en política. Matizo. Y menos en política, cuyos portavoces se deben a las personas que les respaldan. No solo ante su afiliación. También ante aquellas que les apoyan porque ven en sus discursos motivos de coincidencia. Esta semana, el secretario general del PSE, Eneko Andueza, ha afirmado que el PNV es un partido “xenófobo” porque pone en cuestión el macrocentro de refugiados planteado por el Gobierno español en Vitoria-Gasteiz. Un proyecto para cuyo diseño el ejecutivo Sánchez, fiel a su modus operandi, no ha contado con el concurso de nadie. No ha preguntado o consultado sobre su viabilidad, pero de lo trascendido dudan hasta asociaciones como Cáritas o Errefuxiatuak por el riesgo de “guetización” que puede suponer hacer habitar en un mismo edificio a este volumen de personas. Al PNV el uso de esa palabra le ha costado la dura acusación del dirigente socialista, que ve en la crítica jeltzale un discurso “xenófobo y peligroso, muy cercano al de la rancia derecha”. El PSE cogobierna con EAJ-PNV nuestro país. Por la misma regla de tres podríamos decir que, por tanto, los socialistas han asumido que comparten poder con un partido similar a Vox. Y eso sería, sencillamente, decir una mamarrachada de la misma dimensión que la expresada tan burdamente por Eneko Andueza esta semana. Es más. Podríamos incluso apostar por tratar de encontrar a una sola persona en Euskadi que vea en los discursos de la formación jeltzale ataques a las personas de raza negra, marroquí o etnia gitana, por citar algunas. No habría nadie capaz. Excepto Eneko Andueza, según parece. Hay cosas que no se pueden decir. Ni siquiera en política. Matizo. Y menos en política. Por irresponsables, injustas y, sobre todo, porque son mentira. Lisa y llanamente. La confianza de la ciudadanía hacia la clase política se logra con serenidad, argumentación y coherencia. Que se lo digan a los defenestrados Pablo Casado, Albert Rivera y otros políticos que, acusando a los demás de lo que no eran, fueron engullidos por su propio discurso. Tic. Toc.