CON lo que en otros lances queda de resultón, el Parlamento Vasco, según el caso, pues ni tanto, se esquiva. Resulta que no pareciendo asunto grave y de primer orden “paz y convivencia” como motivo en el que empecinarse, vamos a permitirnos no ver ni etimológicamente indicado el hemiciclo como sede de parler. Así llegamos otra vez y sin sonrojo a la conclusión, no sé si les suena, de que la iniciativa nace coja y/o abocada al fracaso; difícil se antoja llegar a buen puerto. Ponencia no, la calle divergente y paralela. Ponencia no, limbo. Que ponencia no, mejor terreno baldío. Siempre podemos regresar a ese sitio del que venimos, el lugar de los títulos y del centro de la cuestión, de donde no acabamos de salir nunca. Ah, luego está lo del socorrido consenso, que como pretexto sirve para no estar y no entrar al trapo, siguiente pregunta. No se da el consenso necesario. Sonar suena aparente, entre que no llega y se escabulle así pasan los días y no se contesta ni un quizás, quizás.

Podríamos llegar a creerles. Lo de que es muy difícil, por no decir imposible, que tenga arreglo. Podríamos permitir que esto siga figurando como asignatura pendiente, otro periodo de sesiones más, que este tampoco toca. Con parte del espectro escaño no habría cuidado, gente con el nohaymanerafácil. De natural les sale la frase comodín que evita abordar la tarea y entrar en lo concreto. Es nuestra particular odisea, en el papel de Penélope dedicada a procurar que de una a otra legislatura no quede hebra de la que seguir tirando.

De los creadores de Libertad y Convivencia en sustitución de Paz y Convivencia, llega ahora pues tampoco Memoria y Convivencia, aceptando ambos términos como bien superior y siendo palabras importantes que, tal vez en otro momento, podríamos tomar en consideración. O de cuando una vez quisimos no encallarnos en las palabras, qué tiempos aquellos. Merece la pena fijarse en que estrenamos cada curso político siempre aguardando los pequeños y tímidos pasos que nos acerquen la posibilidad de verlos a ellos sentados a una misma mesa. ¿Es tanto pedir? Tal vez tengan la impresión de que la ciudadanía, esa gente, a fuerza de vérselas con la inestabilidad económica, también llamada crisis de hoja perenne acompañada de la gota malaya de la desigualdad en aumento, puede seguir esperando. Años después del fin definitivo de ETA, digan a qué distancia calculan que estamos aún del camino del reinicio.