Resulta humillante la actitud del gobierno con las eléctricas que no se atreve a ejercer su responsabilidad de priorizar el bien común frente al individual ocultando su debilidad, cediendo con argucias ante la ciudadanía con populismo casposo e indignante como elegidos por el pueblo. Esto es una caricatura. Bruselas ha avisado que hay que revisar en profundidad las alcantarillas del oligopolio eléctrico. Sanchez se limita a, sonreír y anuncia que lo está estudiando, mientras pone parches que tienen el “perverso” efecto de elevar el precio de la luz. Opta por la vía indolora pero baldía de reducir impuestos indirectos que la gravan, pero sin tocar los dividendos a los accionistas por si le sacan cantares. Esta reducción de impuestos repercute en la calidad de los servicios públicos. Incluso se valen de la picaresca para extraer rentas de los abonados reduciendo bonificaciones o bonos sociales. Las eléctricas han puesto el grito en el cielo porque el un gravamen especial exclusivamente sobre los “beneficios caídos del cielo” (windfall profits), pues provienen de la generosidad de la naturaleza, sin intervención ya empresarial. Esa reacción mezquina de las eléctricas ha indignado a los consumidores y el gobierno navega entre dos aguas. Además, el presidente de la más importante en la televisión llama “tontos” a sus clientes. Por eso Bruselas les ha  mandado un mensaje de atención y no ha renovado la zanahoria de la “excepción ibérica”.